CAPÍTULO 10.

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Mi cuerpo se paralizó por completo.

El consejero Clifford la ayudará — dijo a toda prisa y en voz baja el príncipe Luckyan.

No fui consciente del momento en el que se volvió a mirarme y tomó mis hombros con sus manos de forma firme para enfatizar sus palabras.

"Desháganse de la chica", aquellas palabras se habían quedado grabadas en mi mente y abrieron una brecha en mi cuerpo.

Un fuerte empujón en la parte baja de mi espalda me hizo avanzar detrás del príncipe Luckyan, quien caminaba con la cabeza en alto y con paso seguro con otro de los guardias frente a él.

Recorrimos el pasillo rápidamente, hasta el primer piso.

Vi guardias ir y venir por todos lados y sirvientes correr a toda prisa llevando bandejas cubiertas con domos plateados, copas y botellas de vino, también con sábanas limpias entre los brazos y muchas cosas más.

Cuando llegamos hacia donde el amplio pasillo se bifurcaba en dos, el príncipe Luckyan me dió una última mirada tensa antes de seguir al guardia que lo conducía por el pasillo izquierdo.

Mi guardia volvió a empujarme y me hizo avanzar por el pasillo oscuro de la derecha. Caminamos por algunos minutos, bajando escaleras y siguiendo siempre por los mismos pasillos con poca iluminación que parecían nunca terminar.

Nos detuvimos de pronto cuando las paredes comenzaron a volverse de piedra fría y húmeda.

Mi guardia se acercó a otro que se encontraba bajo la luz de una antorcha que lanzaba sombras danzantes a su rostro, leía un periódico y no alzó la vista hasta que el otro guardia lo llamó por su nombre.

Esperé en silencio mientras ambos hombres hablaban en susurros tan bajos que no podía ser capaz de oírlos. Me lanzaron miradas secas y acusadoras y continuaron conversando.

Me encogí de hombros, aquel lugar realmente se sentía frío, casi helado.

Cerré los ojos un momento.

¿Cómo había creído que alguien cómo el rey sentiría compasión por alguien cómo yo?

Tan tonta.

Ahora no sabía qué ocurriría conmigo o con Theresa, pues mi única oportunidad de encontrarla había comenzado a esfumarse lentamente entre mis dedos.

Enciérrala en la celda del fondo. Pasado un par de días el rey la habrá olvidado por completo — dijo el guardia que todavía sostenía el periódico entre sus manos y que hasta ese momento realmente no parecía interesado en lo que sucedía.

El guardia que me había llevado parecía no estar del todo convencido con esa idea, pero tampoco dijo nada más.

Me tomó del brazo con fuerza y me hizo avanzar hacía adentro.

Las celdas eran espacios de 3x3, hechas en su totalidad de piedra oscura y fría. Algunas antorchas iluminaban y se abrían paso con su suave resplandor entre la densa oscuridad, lanzó sombras sobre las paredes.

Escuché suaves susurros y cuerpos moviéndose dentro de algunas celdas, pero mientras avanzabamos con lentitud no logré ver ningún rostro, simplemente figuras oscuras que se acurrucaban y movían inquietas en el fondo.

Escuché y fui muy consciente de los correteos y chillidos de las ratas. Un par de ellas corrieron entre mis pies y el grito se quedó atorado una vez más en mi garganta, pero el terror trepó deprisa por mi cuerpo y se quedó aferrado a mí.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora