El consejero Clifford se despidió y me quedé sola en la oscuridad casi imperturbable de aquel lugar.
Seguí avanzando por los pasillos hasta que logré ver las antorchas, en una mesa de madera un guardia dormía, pasé a su lado despacio y nisiquiera se dió cuenta de mi presencia.
Escuché a las ratas corretear y sus chillidos llenar mis oídos, no había más sonidos que esos y mis pisadas avanzando en el suelo de piedra y paja.
La última celda estaba apenas iluminada con un suave resplandor amarillo, adentro no se oía nada y solo lograba ver formas oscuras.
—Mikhail — susurré acercándome, mis manos tocaron una vez más los fríos barrotes de hierro, el olor a orina y algo podrido me hicieron sentir mareada.
—Mikhail — susurré una vez más, escuché el sonido de una respiración agitada y alguien moviéndose en la pequeña cama.
Esperé.
—Mikhail, soy yo, Josephine — Volví a intentar cuando no hubo respuesta, pero todo parecía estar tranquilo.
¿Sería posible que él ya no estuviera ahí?
¿Se lo habrían llevado?
¿Lo habrían matado los guardias?
Caminé hasta donde se encontraba la antorcha más cercana y la saqué de su gancho, iluminé la celda con ella.
Entre mantas sucias y paja podrida un pequeño cuerpo descansaba en posición fetal, se abrazaba a sí mismo tratando de darse un poco más de calor o al menos eso quería creer.
—Mikhail — mi voz tembló, el cuerpo se movió y gracias a la luz un par de ojos oscuros me devolvieron la mirada.
—¿Querida, Josephine? — preguntó, se sentó rápidamente sobre la cama y se pasó una mano huesuda por la cara—. No, ella se fue. Ella, Josephine, es libre al fin.
—Mikhail, de verdad soy yo, Josephine — dije y el volvió a mirarme, ahora sus ojos se concentraron en repasar mi rostro un par de veces.
Lo observé con cuidado mientras se ponía de pie con mucha dificultad, se tambaleó un poco y caminó hasta la reja.
—¿Eres tú? ¿Te encerraron de nuevo? — preguntó, una de sus manos se alargó y tocó mi mejilla con la punta de sus dedos, estaban fríos.
—Soy yo, he venido a verte — dije en voz baja, comenzó a retirar su mano y yo la tomé entre las mías con suavidad, eso lo sorprendió, me dio una sonrisa de dientes rotos y amarillos.
—¿Qué estás haciendo de nuevo aquí, Josephine? —preguntó—. Ya eras libre.
—Necesito hablar contigo, sobre Minsk — susurré, él me miró sorprendido y se sentó con dificultad sobre el frío piso de piedra.
—¿Tu hermana, ha vuelto? ¿La has encontrado? — preguntó, pero yo ya negaba con la cabeza.
Busqué entre los bolsillos de mi vestido y encontré las galletas de avena y nuez que había sacado del comedor.
—Traje esto para ti — y dejé las galletas en sus manos, él sonrió y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.
—Soy un monstruo, Josephine, no deberías preocuparte por mí de esta forma — sollozó.
—Perdón, Mikhail, sé que esto puede ser un poco cruel, pero necesito saber algunas cosas — susurré.
—¿Tú, cruel? No, lo dudo — dijo y sacudió la cabeza.
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LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.
Ficción históricaJosephine Astley había vivido una vida tranquila hasta que la guerra contra la nación enemiga Minsk estalló y los arrastró a su familia y a ella a una vida de pobreza, hambre, locura y muerte. Son los estragos y las cicatrices de la guerra lo lleva...