CAPÍTULO 18.

838 88 38
                                    

Los pasillos de aquella mansión eran largos y estrechos, tampoco había mucha iluminación y a medida que avanzábamos se iba volviendo cada vez más y más escasa.

El príncipe Luckyan sostenía mi mano y me hacía avanzar lentamente como si no quisiera llegar tan pronto a nuestro destino, sentí el rubor subir por mis mejillas una vez más y agradecí en silencio que él no me estuviera observando en aquel momento.

Después de varios minutos bajando escaleras y caminando por pasillos, por fin llegamos, escuché los gritos e insultos furiosos de mi padre y el príncipe se detuvo frente a una puerta de hierro oscura y deslizó su mano fuera de la mía, me di cuenta que mi piel añoraba aquellos pequeños contactos más que cualquier otra cosa en mi vida.

La puerta se abrió de forma pesada, dando paso a una habitación que era iluminada a profundidad con antorchas y lámparas de aceite.

El príncipe Luckyan me dejó pasar primero y así lo hice, él vino detrás y la puerta fue cerrada nuevamente. Algunos de los guardias alzaron la vista y rápidamente hicieron una reverencia al príncipe.

Observé el lugar, era una habitación amplia de suelos de piedra gris y paredes recubiertas de hierro, había un par de camas, un pequeño espacio que funcionaba como cocina que contenía un par de hornillas y una puerta pequeña al fondo que imaginé sería el baño.

Mi padre estaba sentado en una silla de madera con una cobija azul sobre la parte inferior de su cuerpo, cuando nos vio se quedó callado.

Sus ojos oscuros se clavaron en los míos. Mi mirada recorrió una vez más su rostro quemado y desfigurado hasta llegar a las marcas rojas que mis dedos habían dejado en su garganta.

—Me levantaría para besarle los pies igual que todos estos idiotas, querido príncipe, pero como verá la puta guerra de su familia me dejó de esta forma  — dijo con gruñido ácido.

Había creído que después de lo que sucedió hacía un par de horas en el refugio se limitaría a guardar silencio, sin embargo, no era de esa forma. Mi padre parecía un perro rabioso dispuesto a saltarnos encima en cualquier momento.

Suspiré.

—Pierda cuidado, señor Astley, no pretendo tener de súbditos a personas como usted — respondió el príncipe Luckyan con tranquilidad, tomó asiento frente a mi padre en una silla que fue llevada por un guardia y el consejero Clifford se colocó a mi lado.

—No olvide que es gracias a mi familia que usted y su madre siguen con vida, príncipe — masculló mi padre, el príncipe Luckyan sonrió.

—Y le agradezco infinitamente a Nicolai y Aegon Astley por ello.

Mi padre lo miró por algunos instantes, luego sin más soltó una carcajada llena de desdén que atravesó mi piel.

—Lo que usted diga — murmuró —. ¿Cuándo podré irme?

—Me temo, señor Astley, que usted no podrá irse de aquí por algún tiempo.

El cuerpo de mi padre se tenso al escuchar estas palabras, luego una mueca de desprecio apareció en su rostro desfigurado haciendo lucir mucho peor.

—¿Qué fue lo que le dijo? —preguntó y me apuntó con un dedo—. Cualquier cosa que le haya dicho esa mocosa es una vil mentira.

—Señor Astley, sé que sus hijos mayores Aegon y Nicolai fallecieron, también que su hija Juliette fue vendida como dama cortesana al barón Neville. Su hija Amy escapó de casa y no se sabe más de ella. La señorita Josephine fue vendida al sargento Odell, y eso nos lleva hasta su hija menor Theresa, ¿a quién fue vendida? ¿Dónde está? — preguntó el príncipe, no parecía molesto solo cansado.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora