CAPÍTULO 13.

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—Por favor, señorita Astley, no llore — susurró el príncipe Luckyan.

La suave palma de su mano se apoyó en mi mejilla y la calidez recorrió rápidamente mi cuerpo, de alguna manera me sentí mejor.

—Sinceramente lamento que tenga que estar aquí — dijo y acarició mi mejilla con ternura.

Se quitó la capucha y pude ver su rostro, solo que ahora no lucía como lo había visto hacía un par de días. Mi mano se movió con rapidez hacia su mejilla, pero antes de que pudiera tocarla su propia mano me detuvo.

—Lo… lo siento, príncipe Luckyan — él me regaló una media sonrisa y negó con su cabeza, soltó mi mano lentamente.

Su pómulo izquierdo tenía un golpe de color morado intenso, su labio inferior estaba partido y tenía algunos puntos de sutura en una de sus cejas oscuras.

Su mirada escaneó mi rostro, sus ojos grises ahora parecían negros por la escasa luz de aquel lugar, se detuvieron en mis labios secos y agrietados.

—Traje esto para usted, perdóneme por no haberlo hecho antes — dijo con una voz suave, pasó una bolsa oscura por entre los barrotes de mi celda y yo lo recibí.

Él sonrió.

—Gra… gracias — agradecí, él asintió, me observó durante algunos instantes y suspiró.

—Hablaremos después de que haya salido de aquí.

—Bien.

—Adiós, señorita Astley — se despidió, miré una última vez su rostro golpeado antes de que se pudiera la capucha una vez más.

—Adiós, príncipe Luckyan — murmuré y él se fundió de nuevo con la oscuridad. Lo último que escuché de él fueron sus pasos al marcharse.

—¿Estás segura que no eres importante para el príncipe Luckyan, querida Josephine? — y esa fue la voz de Mikhail que se arrastró perezosa por el lugar.

—Estoy segura.

El príncipe Luckyan y yo apenas nos conocíamos. No éramos amigos. Simple y sencillamente se había comprometido a ayudarme y eso era todo lo que importaba, ¿verdad?

Abrí la bolsa y vacié el contenido en la cama con manos temblorosas y torpes.

Había una cantimplora con agua, un poco de pan  que para mi suerte estaba recién hecho, una rebanada de tarta de fresa y dos manzanas verdes, no era mucho, pero para mí realmente era más que bienvenido.

Respiré hondo.

Con manos un poco menos torpes ahora, abrí la cantimplora, el agua hizo un agradable sonido dentro de ella. La llevé hasta mis labios y bebí.

Estaba demasiado sedienta y no había dimensionado tanto como hasta ese momento, cuando había bebido una tercera parte me detuve.

Si el consejero Clifford me sacaba de ahí por la tarde sería bueno conservar un poco de agua.

Los ojos oscuros me observaban desde el otro lado, lo ví tragar de forma dolorosa, suspiré.

No podía simplemente dejarlo morir, ¿verdad?

Era una mala persona, había hecho cosas imperdonables, pero a él le habían hecho lo mismo, ¿Realmente estaba mal tener un poco de compasión por él?

—¿Mikhail, si te doy agua beberías la mitad y me devolverías el resto? — pregunté y él sonrió.

—Qué poca fe tienes en mí, querida Josephine — murmuró y la sonrisa se hizo más grande.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora