CAPÍTULO 32.

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Él era un joven atractivo que se encontraba alrededor de los veintiocho años, cabello del color del chocolate fundido y ojos tan azules como el mar. Su rostro infantil parecía besado por el sol de forma casi sutil y su atuendo consistía en un sencillo traje de color oscuro.

De su brazo una anciana de cabellos blancos caminaba con pasos lentos, sus ojos  estaban invadidos por las cataratas y eran de un tono blanco lechoso, lo cual me hacía pensar que era ciega. Una túnica de color verde oscuro se deslizaba por su cuerpo menudo.

Se detuvieron frente a mí y el joven sonrió ampliamente.

—Buen día, quiero suponer que usted es la señorita Astley, ¿verdad? — preguntó, su mirada rápidamente se posó en el escudo bordado de Loramendi sobre mi ropa.

—Sí, un placer — susurré haciendo una reverencia y él comenzó a reír.

—No tiene que hacer eso—dijo despacio—. Mi nombre es Lorie Rees, soy ayudante del consejero real del rey William, un placer conocerla.

Asentí lentamente.

—Perdón, debe estar congelándose después de tantas horas de viaje, señorita Astley, tomé — dijo rápidamente y me tendió una capa de algodón azul oscuro, la tomé entre mis manos un poco temblorosas, la suave y tibia tela me hizo añorar mi hogar.

—Gracias — respondí mientras cubría mi cuerpo con ella y aquel pequeño gesto me hizo darme cuenta que nunca esperé que realmente fueran amables conmigo.

—Bien, entonces, ella es Abba — la presentó sencillamente y sin decir más.

—Un gusto, Abba — dije, sus ojos ciegos se volvieron al escuchar mi voz y realmente parecían estar mirándome detrás de aquella extraña cortina blanca que los ocultaba, sonrió y tomó mis manos con las suyas, estaba tibias.

—Me alegro que hayas logrado escapar de ese lugar. Pero vamos, vamos antes de que el té se enfríe — dijo y aquellas primeras palabras fueron como un balde de agua fría que recorrió mi cuerpo con fuerte escalofríos... ¿escapar?

Lorie sonrió de nuevo todo hoyuelos en las mejillas y ojos brillantes.

—Bien, vamos, señorita Astley.
—Josephine, solo Josephine, por favor — dije y ambos sonrieron, dieron media vuelta y yo los seguí.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

La taza de té humeante y caliente me hizo sentir mejor en muchos sentidos, pero fue el plato de pan y mantequilla lo que arrancó suspiros de mis labios y las lágrimas vinieron cuando el plato de vegetales y carne fue servida frente a mí.

—¿Qué sucede, cariño? ¿Estás bien? — preguntó Abba, sus manos se cerraron alrededor de su propia taza y olisqueó el contenido, sonrió.

—Nada, estoy bien — susurré, pero el nudo en mi garganta era cada vez más grande.

Toda mi vida me habían dicho que Minsk era el peor lugar de todos, sin embargo, y dejando de lado que todavía no había hablado realmente con el rey William, las personas habían sido amables conmigo, más de lo que realmente merecía, pero ¿por qué?
¿Era acaso una broma cruel? ¿Luego de esto me mandaría a la horca? ¿Acaso todo lo que sabíamos de ellos era solo una mentira que creció y creció sin más?

Comí rápidamente, no sabía lo hambrienta que estaba hasta que toda aquella comida fue puesta frente a mí, tampoco sabía si sería la última que tendría, así que, estaba dispuesta a disfrutar tanto como me fuera posible.
Abba no dijo nada más, se dedicó a tomar sorbos de té, aunque su presencia de alguna manera parecía reconfortante y agradecí no quedarme sola en aquel lugar.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora