CAPÍTULO 22.

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El jardín era perfecto. No había otra palabra que lo describiera mejor que esa.

Detrás de las puertas de cristal se extendía suavemente una alfombra de césped verde donde rosales enteros florecían bajo luz plateada de la luna.

Una fuente de color blanco y acabados en oro se encontraba en el centro del jardín rodeada de orquídea y algunos tulipanes de diferentes colores.

La brisa fría revolvió mi cabello y mi cuerpo tembló a causa de ello, el príncipe Luckyan se acercó con pasos lentos, colocó su chaqueta azul sobre mis hombros y su olor a cedro tan conocido para mí inundó mi cuerpo y me hizo sentir mucho mejor.

Realmente había extrañado mucho estar cerca de él, respirar el mismo aire y sentirme de alguna manera querida y valorada.

—Es hermoso — dije mirando una vez más el jardín, él asintió despacio, un poco pensativo.

—Lo es, me alegro que le guste, señorita Astley —dijo en voz baja—. También me alegra que haya conocido por fin a mi hermana, Lauren.

Me volví para mirarlo, había una sonrisa ligera en sus labios, sus ojos grises recorrieron mi rostro.

—Su hermana es muy amable — susurré, una suave risa escapó de sus labios.

—Sí, ella es una gran persona — dijo y se acercó un paso más hacia mí, respiré hondo y mi cuerpo gritó a causa de su cercanía y una vez más, deseé poder tocarlo.

—La princesa Lauren dijo que usted construyó el jardín para ella.

Él asintió despacio, pero no dijo nada, el gris tormenta de sus ojos se clavó en los míos y después recorrieron lentamente mi rostro hasta llegar a mis labios.

Tragué.

Su mano cálida acunó mi mejilla de forma casi fugaz, cerré los ojos un momento disfrutando de aquel pequeño contacto, de aquella pequeña muestra de que yo era importante para él.

Su pulgar acarició mi mejilla con suaves movimientos, abrí de nuevo los ojos y lo observé, su rostro ahora estaba serio y preocupado.

—¿Estás bien, Josephine? — susurró, su mano libre acarició mi cabello oscuro.

—¿Realmente va a casarse, príncipe Luckyan? — pregunté sin dar respuesta a su pregunta, su cuerpo se tensó, sus manos se detuvieron y cayeron de nuevo a sus costados.

Sabía que era una estupidez preguntar aquello, pero necesitaba desesperadamente saber su respuesta.

Necesitaba escuchar lo que tenía que decir, para entender por fin si debía albergar esperanzas o simplemente hacerme a un lado.

Respiró hondo y soltó el aire, se pasó las manos por su cabello y caminó en pequeños círculos por el lugar.

—¿Estaba usted ahí cuando mi padre...?

—Sí, lo estaba, príncipe Luckyan.

Él asintió pensativo, se mordió el labio y me observó durante lo que pareció demasiado tiempo en silencio.

—Él, mi padre, tiene razón de alguna manera. El reino, Loramendi, se está cayendo a pedazos y en algún momento vamos a quedarnos sin oro para proteger al pueblo y Minsk va a conquistarnos y tomar el reino —cerró los ojos un momento y los abrió con pesar—. Una unión con algún otro reino nos garantizaría tener un fondo más para financiar la guerra que hemos ido perdiendo poco a poco.

Las lágrimas cayeron frías por mis mejillas.

Sí, el príncipe tenía razón, casarse y establecer un vínculo con alguna nación vecina era lo mejor que podía sucederle al reino. 

—No lloré, señorita Astley — susurró, se acercó de nuevo a mí y limpió cada una de mis lágrimas con cuidado.

Respiré hondo.

Sabía que algo así pasaría, yo no era más que una plebeya para él y para el reino, yo no era suficiente y nunca lo sería.

—¿La mujer? ¿La mujer del periódico? — pregunté, él negó con la cabeza—. ¿Era yo?

Él volvió a guardar silencio, del bolsillo de su pantalón sacó una única hoja doblada de papel, me la entregó.

Desdoblé la hoja con cuidado, y miré el contenido, el encabezado en letras negras y grandes decía:

¿QUIÉN ES LA MUJER MISTERIOSA QUE SE ENCUENTRA CON EL PRÍNCIPE LUCKYAN? ¿ES SU NOVIA? ¿UNA AVENTURA? ¿ALGUNA DAMA NOBLE DE UN REINO O CIUDAD VECINA?

El artículo era extenso por ambos lados de la hoja, pero no quería leerlo, así que me concentré en ver la única fotografía que había sido toma de nosotros dos afuera del palacio real cuando el príncipe Luckyan había colocado su capa negra sobre mis hombros, no se alcanzaba a ver mi rostro, pero el príncipe sí y él sonreía.

—Lo lamento tanto, príncipe Luckyan — susurré, levanté la vista y él volvió a negar con la cabeza.

—No se preocupe, señorita Astley. Tarde o temprano algo así pasaría...— respondió en voz ronca.

Luego de eso avanzó un paso más hacia mí y rodeó mi cuerpo con sus brazos, me aferré a él con desesperación.

Todo aquello, el enamorarme de él y desear estar a su lado estaba mal, era un error e iba a pagarlo caro muy pronto, sin embargo, por mucho que estuviera mal, estar entre sus brazos era lo mejor que me podía pasar.

Nos quedamos así durante mucho tiempo, solo sosteniéndonos el uno al otro mientras el mundo seguía su marcha.

Podía escuchar el suave susurro del viento contra los rosales del jardín y también el suave latido del corazón del príncipe Luckyan contra mi mejilla y en ese momento no deseé nada más.

Su mano tomó mi barbilla con suavidad y me hizo levantar el rostro para verlo. El gris de sus ojos se había oscurecido un poco, respiró hondo una vez, dos veces...

—Sé que esto está mal. Sé que no debería ser de esta manera... No sé cuando ocurrió y no sé en que momento te convertiste en lo único que mis ojos veían y en lo más hermoso.

Guardó silenco.

—Probablemente fue en la sala del trono cuando te vi por primera vez, con el vestido rasgado y el golpe en tu hermoso rostro. En ese momento una parte de mí quería protegerte, quería llevarte lejos para que nadie lograra hacerte daño de nuevo. Fue desde esa primera mirada que entendí que mi vida dependería de la tuya para siempre.

Su voz fue apenas un susurro, tragué y observé aquel rostro que en tan poco tiempo había comenzado a amar.

—Te deseo, Josephine. Te deseo en mis horas, en mis días y en mi vida entera. Te deseo para hacerte feliz, para verte sonreír a mi lado. Te deseo de todas las formas que un hombre puede desear a una  mujer y más.

Sus manos recorrieron mi rostro con cuidado, su pulgar rozó mi labio inferior y se quedó ahí un instante, después el príncipe Luckyan me besó.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora