CAPÍTULO 20.

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La lluvia caía con fuerza cuando salimos de Halmstad después de dejar a mi madre ahí.

No lloré.

No habían más lágrimas para ella, al menos no por hoy, no.
Subimos una vez más al carruaje que nos llevaría de vuelta a Mariehamn y al palacio real.

Los ojos grises observaron cada uno de mis movimientos con atención. No habíamos dicho demasiado aquella mañana, pero tampoco había mucho que decir.

El príncipe Luckyan movió su mano hacia mí y no pude resistirme a tocarlo, porque él parecía ser lo único real incluso estable en mi vida justo ahora.

—No tiene que volver a las cocinas, señorita Astley, ordenaré que...

—No, está bien — respondí cortando su frase a la mitad, porque por mucho que apreciará aquello de su parte, necesitaba ocupar mi mente en algo diferente como el trabajo en el palacio para dejar de pensar en Theresa y mi madre por ahora —. Al menos así sentiré que soy alguien útil.

—Por supuesto, cómo usted prefiera, señorita Astley — susurró, había un poco de desilusión en su mirada, pero fingí no darme cuenta de ello.

Y por el resto del viaje no soltó mi mano.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

Los días siguieron su curso como una mancha borrosa y difusa que se iba volviendo más y más dolorosa a cada minuto.

El príncipe Luckyan había viajado al norte a Husavik a las bases militares, así que después de regresar no habíamos tenido tiempo de hablar o pensar que haríamos después respecto a lo que había sucedido con Theresa.

Sin embargo, sabía que seguir pensando en rescatarla se había convertido en una misión imposible y no quería pensar que tenía que olvidarme de ella para siempre y romper mi promesa de buscarla y cuidar de ella.

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[Días después]

El rey Eadred estaba sentando en la cabecera de la mesa, había vaciado su sexta copa de vino y el copero un chico de complexión delgada y cabellos rojizos se apresuraba a rellenarla rápidamente cada vez que el ceño y la mirada del rey se volvía pesada y turbia.

La reina Elizabeth por su parte apenas había dado un par de sorbos a su propia copa y jugaba con la ensalada que tenía en el plato frente a ella. Se notaba visiblemente nerviosa y de vez en vez miraba a la puerta con aire preocupado haciendo lucir a su rostro más edad de la que tenía.

La princesa Lauren había pedido que su cena fuera llevada a su habitación, así que no se encontraba en ese momento junto a los monarcas de Loramendi, pero normalmente era de esa forma casi a diario, pues la princesa Lauren no salía de su habitación muy a menudo y había oído decir a los demás sirvientes que en muchas ocasiones se quedaba allí por dias, semanas o meses enteros.

La puerta se abrió en ese instante y el príncipe Luckyan entró al comedor con paso seguro y semblante serio. Esa era la primera vez que lo veía después de lo que había ocurrido con mi padre, había vuelto apenas esa mañana del norte después de estar ahí durante algunas semanas.

Tragué con dificultad y mis manos temblaron cuando él pasó junto a mí y los demás sirvientes.

Nos inclinamos en una reverencia y él caminó lentamente hasta la mesa donde se encontraban sus padres sin dedicarnos otra mirada más.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora