CAPÍTULO 17.

876 97 34
                                    

Mis manos se cerraron con fuerza y desesperación sobre su garganta, sentí su pulso golpear contra mis palmas, pero seguí apretando mientras aquel par de ojos oscuros tan parecidos a los míos y que tanto había llegado a detestar me miraban desde abajo en una súplica silenciosa.

Un par de manos me jalaron con insistencia hacia atrás, pero a pesar de ello no fueron capaces de moverme, estaba decidida a ver morir a mi padre ese día, no solo por lo que había dicho antes sino por todo lo que mis hermanas, mi madre y yo habíamos tenido que soportar de su parte.

No me importaba si aquello hacía que me enviaran a la horca o si volvían a encerrarme en una celda fría y oscura junto a personas como Mikhail, solo quería que él -mi padre- dejara de hacernos daño, que me dejara vivir tranquila.

Sus manos golpearon mis brazos con desesperación, apreté más fuerte, cuando entendió que no iba a soltarlo o detenerme, clavó sus uñas en mi piel, un dolor agudo se abrió paso en mí.

Las manos volvieron a jalar de mí con fuerza durante algunos segundos hasta que no fui capaz de seguir con aquello.

Alejé mis manos temblorosas de la garganta de mi padre quien había comenzando a desmayarse y fui arrastrada hacia atrás.

Escuché entonces los gritos de las mujeres y el llanto de los niños perforó mi cabeza, hombres se apresuraban corriendo hacia nosotros con algunos de los guardias que habían ido a aquel lugar.

Mi padre tosía para recuperar el aliento y mi madre seguía acurrucada junto a la pared sin ser consciente de nada de lo que había ocurrido.

Respiré hondo.

Las manos que todavía me sostenían me hicieron girar lentamente, todo mi cuerpo temblaba y las lágrimas corrían libres por mis mejillas.

—Shh... Josephine, está bien — susurró junto a mi oído, me di cuenta que quien me había alejado de mi padre había sido el príncipe Luckyan.

Su mirada gris preocupada pasó de mi rostro al lugar donde mi padre lloraba y maldecía a gritos.

Sus brazos me rodearon con delicadeza, apoyé mi rostro en su pecho y lloré.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

—Tome, señorita Astley — dijo el príncipe mientras dejaba sobre mis manos una taza humeante de té.

No dije nada.

¿Qué podía decirle? ¿Cómo podía verlo a los ojos después de lo que había tratado de hacer con mi propio padre?

Bebí un trago de té más por cortesía que por querer hacerlo, pero el líquido caliente me hizo sentir un poco más tranquila que antes y el temblor en mis manos había desaparecido casi por completo.

Alcé la vista y el príncipe me devolvió la mirada un poco cansado. Me encogí de hombros y aparté la mirada de la suya porque lo único que sentía en ese momento era vergüenza.

El príncipe Luckyan no había dicho nada después de sacarme de aquel lugar y eso se estaba volviendo doloroso.

—Lo... Lo lamento — susurré, mi voz sonó ronca y débil.

El príncipe suspiró, se movió incómodo en su lugar y guardó silencio durante algunos instantes antes de hablar.

—No puedo juzgarla por lo que trató de hacer, señorita Astley —respondió de forma tranquila —. No puedo juzgarla por tratar de buscar justicia contra el hombre que tanto daño le ha causado. Si yo hubiera estado presente cuando dijo todo aquello sobre usted y su hermana, yo mismo lo hubiera detenido para evitarle este pesar — dijo, se puso de pie y me obligué a mirarlo, caminó un par de pasos por la habitación con aire pensativo, después se volvió de nuevo para mirarme.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora