CAPÍTULO 36.

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Caminé lentamente para llegar a donde, tiempo atrás, Lorie y yo habíamos dejado el carruaje. Cuando llegué ahí las lágrimas habían nublado mi vista y mi cuerpo temblaba sin detenerse; mi corazon lloraba, pero solo por mí.

El cochero me miró asustado y corrió hacia mí, me ayudó a subir al carruaje y me dio un poco de agua de una cantimplora, agradecí aquel gesto, aunque en su momento no pude decirlo, porque no tenía voz para hacerlo y sé que él lo entendía.

Cerré los ojos un instante tratando de juntar cada una de las piezas de mi ser roto, pero fue imposible pues ya se había dispersado, ya no quedaba nada de mí o de lo que era.

❁❁

Cuando abrí los ojos de nuevo, el carruaje se movía y afuera la tarde había comenzado a caer, me senté recta en el asiento y Lorie levanto la mirada del par de pergaminos que leí atentamente.

—Josephine, estás despierta — sonrió y aquella sonrisa parecía preocupada. Dejó de lado los pergaminos y se concentro en mí rostro.

—Sí, ¿cuánto tiempo dormí? — pregunté mientras alisaba mi vestido con manos temblorosas.

—Un par de horas, nada más. Estamos llegando a Briansk — dijo mirando su reloj de bolsillo—. ¿Te encuentras bien?

Me encogí de hombros y él pareció apenado por aquella pregunta, traté de sonreír, pero era imposible.

—...Sí.

—El señor Cardiff, el cochero, dijo que habías estado llorando hasta quedarte dormida. ¿Debería preocuparme? ¿Ocurrió algo con tu hermana? — preguntó y su semblante cada vez era más y más nervioso.

—La busqué y la encontré, eso es todo — respondí, no quería agobiarlo con mis problemas y mucho menos quería que él se enterara de lo que había sucedido con Theresa.

—De acuerdo.

—No me malinterpretes, Lorie. Agradezco mucho que me hayan dejado verla y me alegro más de que ella esté bien y a salvo — susurré y él se mordió el labio.

—Bien, sí — fue todo lo que dijo y guardamos silencio hasta llegar al palacio en Briansk.

El aire era frío y golpeaba mi cuerpo con fuerza, me envolví con la capa negra, pero fue imposible entrar en calor o al menos lo fue para mí.

—Tengo que hablar con el rey y mi padre —dijo Lorie, mientras cambiaba el peso de su cuerpo de un pie al otro, asentí—. Puedes ir primero a tu habitación, Abba te servirá la cena — sonrió y se despidió con la mano, lo vi caminar con prisa hacia el salón principal hasta desaparecer por el corredor.

Avancé con pasos lentos hasta llegar a las cocinas donde la agradable plática y el olor a cordero y salsa de menta flotaban en el aire.

Los sirvientes me saludaron con sonrisas amables aunque con ojos preocupados, debía lucir horrible ante ellos, sin embargo, no hicieron comentarios y siguieron cortando vegetales y revolviendo ollas sobre el fuego.

Vi a Abba rodeada de los príncipes que mantenían una acalorada discusión mientras ella sonreí y los veía sin realmente verlos. Me acerqué a pasos lentos, quizá su alegría o enojo me hiciera sentir mejor.

—Príncipes — saludé con una ligera reverencia, los tes sonrieron y sus sonrisas solo hicieron a mi pobre alma llorar aun más añorando Loramendi, y su príncipe.

—Ah, Josephine, querida —dijo Abba, tomó mi mano con la suya y la apretó suavemente—. Que bueno que volviste, ¿qué tal fue el viaje? — preguntó y ahora su mano viajo a mi rostro y a mi mejilla, traté de sonreír.

LA REPOSTERA & EL REY [LIBRO #1] [TERMINADO ✔️] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora