Una noche © Freenbecky

Capítulo doce.

12

Llegué a mi trabajo y vi a Azul a lo lejos, en cuanto me vió se movió de su lugar.

Entonces recordé sus últimos mensajes.

-Mierda, Becky, porque tienes que ser tan distraída. -dije para mis adentros.

¿Qué se supone que debía decirle?

- Azul. -me acerqué a ella.

Una excusa se vino a mi cabeza. Una mentira piadosa, quedaría con el cargo de conciencia por mentir una vez más y hacerla quedar mal a ella.

Pero al carajo. Freen me dijo que debía mantener la boca cerrada o sufriría las consecuencias.

- Yo no era la chica que se subió a la limusina. -suspiré. - ¿Acaso crees que soy una mentirosa? Te dije que iba a estar ocupada, además, como si tuviera la posibilidad de subirme a una. -puse mi mejor cara de pena mientras la culpa me quemaba por dentro.

Azul me miró conmovida y con un poco de vergüenza, creyendo que lo que había visto era incorrecto.

- Lo siento Becky, creo que te confundí, ya que iba algo ebria...

- No te preocupes, esas cosas pasan.

Sonreímos y todo volvió a ser lo de antes.

Me quedé pensativa, sintiéndome la peor de las mentirosas por esa estupidez. Le había fallado a una amiga por una mujer que apenas conocía.
Y aún si se lo hubiese explicado, sería difícil de creer; pero no podía hacerlo.

La jornada transcurría lentamente, y durante ese tiempo recordaba que podría dejar de trabajar si así lo quisiera, pero no tenía que levantar sospecha alguna.

Mi vida tenía que parecer exactamente la misma, aunque podía irme lejos y disfrutar de lujos.

Finalmente llegó a su fin y pude dirigirme a mi casa con la esperanza de finalmente descansar, pero un familiar hombre estaba parado en la entrada del departamento.

- La señorita Freen necesita verla ahora. -dijo apenas me vió, era el mismo hombre que vino aquel día a darme el maletín.

La curiosidad me mató por unos instantes, pensé en un posible enojo de su parte por haber incumplido alguna parte del contrato, por lo que me asusté. Moría por saber el porqué, pero al mismo tiempo preferí quedarme con la duda.

- Disculpa, pero sólo quiero estar en casa. -respondí.

Entre a mi departamento y solté un suspiro.
Me preparé de cenar y opté por relajarme, ya que había sido un día bastante agotador.
Apagué las luces y mientras trataba de dormirme alguien abrió la puerta, me levanté rápidamente, sobresaltada, viendo aquella figura tocando la pared, al parecer buscando el interruptor.

Caminé a la defensiva con un paraguas en mis manos para poder defenderme, gritando que salga de mi casa, pero me llevé una gran sorpresa cuando la luz se encendió.