Capítulo treinta.

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Habían pasado unas dos semanas de mi almuerzo junto a Victoria

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Habían pasado unas dos semanas de mi almuerzo junto a Victoria. Había perdido la esperanza de un nuevo amor que no quería, pero había ganado una nueva amistad, y una nueva enseñanza: soy muy afortunada de tener algo de estabilidad.

Si bien vivía en el departamento de mi mejor amiga, luchaba por terminar la universidad, mi corazón estaba hecho pedazos por un romance inconcluso junto a la belleza de Freen, que a consecuencia de este me había quedado una buena cantidad de dinero que había hecho que mi trabajo en la cafetería sea liviano; tenía mi vida con un propósito, a pesar de que mi futuro aún no estaba escrito, al menos sabía las posibilidades de este, sean buenas o malas.

Victoria, como su estilo de vida se lo impone, había tomado un vuelo con rumbo a China, su siguiente plan era reunirse con una vieja amiga que necesitaba su ayuda con un refugio para animales, dejándome atrás, tal vez, para siempre.
Pero así era ella, una aventurera que sólo pasa una vez por tu vida y logra abrirte los ojos. Sólo deseaba que sea feliz, y que la vida nos vuelva a encontrar como las amigas que somos.

Me vestí con rapidez para cumplir con mi labor en la cafetería, mis pantalones largos y negros, con una blusa a juego y mis zapatillas verde militar. Era martes por la tarde y estaba nublado, una tormenta parecía acercarse con furia, y en lo único que me hacía pensar era en lo bueno que sería poder tomar una siesta.

La jornada no fue tan pesada gracias al clima, pero poco antes de cerrar la lluvia se aproximó con furor. Salí tratando de cubrirme con mi delantal marrón, pero era en vano. Temía por estropear mi ropa y mis pertenecias, los taxis ni con toda la suerte del mundo aparecerían por la zona.

La bocina de un auto negro familiar que estaba estacionado al frente de la cafetería hicieron que me sobresalte un poco al confundirlo con un trueno. La ventanilla se bajó mientras yo luchaba por identificar el rostro que parecía mirar en mi dirección.

- ¡Sube! -dijo fuerte la voz que venía del auto.

Quién sabe como no podría reconocer su silueta a unos metros de mí, o como a duras penas pude conocer su voz. Me quise negar pero la lluvia en cualquier momento se pondría aún más fuerte.
Me acerqué al auto con temor, con dudas e inseguridades. Y finalmente subí, creando una atmósfera incómoda y silenciosa.

- Tanto tiempo. -dijo Freen rompiendo el silencio.

Algo en mí se despertó con muchas fuerzas al oír su voz de nuevo, tan cerca de mí. Ahora podíamos hablar sin ningún tipo de interrupción, en la soledad de las calles oscuras y mojadas, en la intimidad de su auto. No sabía exactamente que esperar, que deseaba escuchar, o que deseaba hacer luego de esto.

Quería decirle lo mucho que la había extrañado, y lo mucho que necesitaba estar a su lado, que se había convertido en una necesidad.

Ambas sabíamos que nuestra historia no debería haber terminado de la manera en que lo hizo, pero ninguna estaba dispuesta en arreglar las cosas; sabía que ella no era así, que no me ofrecería las disculpas que merezco, tal vez no le había importado perderme, que tal vez no me quería de la misma manera en que yo lo hago.

¿Y si no estaba sufriendo como yo?

No quería pensar en eso, sabía que no merecía esto. Planeaba e hice todo para olvidarla, sin embargo, estaba aquí una vez más. Sentada en el asiento copiloto de su auto, mientras lucho por no besarla, luego de que ella me haya salvado una vez más.

🥀🌸

N/A: Te voy a extrañar, Victoria😔💖

Una noche © FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora