Capítulo veintitrés.

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Al sentir el tacto me estremecí un poco por la seguridad de este

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Al sentir el tacto me estremecí un poco por la seguridad de este. En cuanto me giré mis ojos se deleitaron ante la belleza que estaba delante mía.
Una rubia de ojos marrones, con labios rojos y vestida con una chaqueta negra al igual que sus pantalones. A pesar de estar vestida, podía notar que su cuerpo estaba tonificado, emanaba confianza y sensualidad.

- Vamos... no seas tímida conmigo. -dijo mientras se acercaba un poco más a mí.

- Si, estoy sola. -digo con una sonrisa coqueta mientras pongo una de mis manos en su hombro y con la otra agarro mi bebida.

- Soy Victoria. -dijo con una sonrisa sexy y provocativa.- ¿Tendré el gusto de saber tu nombre? -pregunta mientras se sienta en la silla de al lado, pone una de sus botas en el taburete de la barra y bebe lentamente de su bebida.

Al parecer, buscaba no parecer tan ansiosa ante mi presencia. Pero estaba acostumbrada a eso.1

- Soy Rebecca, pero puedes decirme Becky. -digo con la misma sonrisa coqueta que ella me había regalado, acomodándome en el asiento y tratando de no entrar en locura al pensar en lo que podría disfrutar de ella esta noche.

- Becky... Eres encantadora. No pude resistirme, me llamaste la atención de inmediato. -dijo con una sonrisa mientras encendía un cigarrillo.

- Pues debo decir que a mí me sorprende un poco tu confianza, tal vez lo asumo muy rápido, pero jamás había conocido a una mujer que sabe lo que quiere y va a por ello sin dudas. -respondo con aires de coqueteo mientras juego un poco con mi vaso.

Mis palabras eran sinceras, generalmente era yo quién tomaba la iniciativa con las mujeres, teníamos sexo y, al menos para mí, todo acababa allí.

- Lo tomaré como un halago. -sonrió.- A veces, hasta yo misma me sorprendo de mi seguridad con las personas, sobre todo cuando se trata de una mujer tan encantadora y bella como tú.

Me sonrojé un poco ante su comentario, no podía evitar que mis piernas temblaran un poco con su presencia. Es segura de sí misma, aunque claro, quién no lo sería con una apariencia como la de ella.

Jodidamente hermosa.

Hablamos unos minutos más de manera casual, hasta que la música fuerte empezaba a aturdirnos, las luces no permitían que viéramos bien y el bar se empezaba a llenar con más personas.

- Y dime Becky. -dió una calada a su cigarrillo.- ¿Te gustan los paseos en motocicleta?

- Nunca he viajado en una, pero supongo que sí, parece divertido. -respondo mientras bebo de mi vaso.

- Puedes sacarte la duda de si es divertido o no si me acompañas. -dijo para luego apagar su cigarrillo en el cenicero y extender su mano en mi dirección, en señal de invitación a tomarla.- ¿Qué dices, nos escapamos esta noche?

Sin duda alguna tomé su mano y salimos del bar, me llevó hasta el costado del lugar y sacó las llaves de su motocicleta, se subió y espero a que yo lo haga.

- Agárrate bien, no quiero que salgas volando. -dijo con una sonrisa divertida.

Mis manos rodearon su cintura y mi pecho se pegó a su espalda.

Su aroma era tristemente familiar. Y ahora que la puedo escuchar sin la música estorbando, su voz también.

Encendió su moto y empezó a conducir, el aire chocaba con mi rostro de manera agradable y la sensación de estar abrazada a su cuerpo hacían del momento algo mágico.

- ¿Adónde vamos? -pregunté de repente.

- Es una sorpresa. -respondió de manera inmediata mientras aceleraba su moto.- De seguro te gustará.

Me dejé llevar por la adrenalina del momento, la emoción que me generaba Victoria. Había pasado por muchas mujeres desde que decidí dejar atrás a Freen, pero ninguna había logrado encender más la llama de mi interés que la del placer.

- Aquí es, princesa. -dijo Victoria deteniendo su moto.

Abrí mis ojos lentamente y me desprendí de la espalda de Victoria, observando el lugar.

- Sigueme. -dijo Victoria tomando mi mano y adentrándose más al lugar junto a mí.

Los árboles eran preciosos, y no tan lejos, se podía apreciar un lago adornado por la luz de la luna. Se trataba de un pequeño paraíso escondido.

- Wow. -solté de repente.

Victoria sonrió.

- ¿Te gusta? -habló calidamente mientras pasaba uno de sus brazos por mi hombro.- Lo descubrí hace poco, digamos que me gusta bastante conocer cada parte de la ciudad.

- Me encanta, luce muy acogedor y tranquilo. -digo inhalando el aire fresco.

Victoria apreta mi hombro de manera liviana y nos adentramos un poco más en el lugar. Luego trajo dos cervezas que tenía en su moto y empezamos a beber.

No sabía porque, pero la luz vaga de la luna y la frescura del lugar la hacían ver mil veces más atractiva de lo que era.

🥀🌸

N/A: Lo único que puedo decir: PERDÓN jajsjaj

Una noche © FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora