Una noche © Freenbecky

Capítulo veinticuatro.

24

- ¿En qué estás pensando? -dijo de repente mientras parecía atravesarme con sus ojos, tan cálidos y llenos de misterio.

- Nada... sólo... -respondo nerviosa. Ella me hacía temblar, me mantenía vulnerable y lista para lo que quisiera hacer de mí.

- ¿No me digas que con una cerveza ya te emborrachaste? -habló con la voz un poco más fuerte de la convencional y soltó una risa.

Golpeé sus brazos en broma, ya que en parte, ella tenía razón. Miré como le daba el último trago a su cerveza y luego encendía un cigarrillo.
Era tan hermosa; su único defecto era la similitud en su voz y aroma, eran casi iguales a los de Freen.

¿Por qué aún recuerdo esas cosas de ella si mi corazón sólo siente rencor hacia ella?

- ¿Puedo besarte? -pregunté mientras me arrodillaba y me acercaba a ella, mirando como sus manos se posaban en el pasto y se inclinaba hacia atrás.

- No sé... ¿Puedes? -respondió con una sonrisa coqueta.

Me acerqué a ella, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, mientras sus manos apretaban mi cintura con fuerza y seguridad.
Besé sus labios con mucha pasión, nuestras lenguas tenían una batalla bastante amigable entre sí. Saqué su chaqueta mientras sus manos divagaban por mis piernas y mi cintura casi de manera desesperada.

- ¿Estás segura de hacerlo aquí? -dijo con la voz agitada.

- Si, que se joda. -respondí con la misma voz agitada y reí un poco.

Ella de inmediato tomó el control, apretando mis caderas con fuerza. Sus besos bajaron a mi cuello, haciendo que tome aire por la boca de manera ruidosa. Poco a poco nuestra ropa empezaba a estorbar más.

Victoria me recostó en el suelo, subió un poco mi vestido y bajó mis bragas. Comenzó a hacer su magia con su lengua en mi clitoris, haciéndome jadear como loca, mientras mi mano guiaba su cabeza de manera delicada. Llegué a mi punto máximo de placer rápidamente, era una profesional en esto.

- Aún no he terminado contigo, princesa. -dijo Victoria con su voz ronca.

Me levantó y me sentó en su regazo con facilidad, besándome de nuevo mientras dos de sus dedos entraban y salían con rapidez de mi vagina.

Mis labios en ocasiones mordían y soltaban jadeos encima de los suyos, luego bajó lentamente a mi cuello mientras seguía haciendo lo mismo con sus dedos.

Me sentía sumergida en el placer, pero también demasiado descifrable, pues al parecer había encontrado todos mis puntos débiles en cuestión de segundos.

Mi mente no terminaba de procesar lo que estábamos haciendo, tener sexo en medio de la naturaleza con una casi extraña sin saber si alguien más nos podría ver; era peligroso y eso me encantaba, despertaba mi curiosidad y mi adrenalina con fuerza.

Solté un último jadeo de placer y caí rendida sobre ella, haciendo que se tire en el pasto y bese mi mejilla.

- Dios... -dije con la voz entrecortada. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Victoria me miro con una sonrisa y luego me ayudo a ponerme mis bragas de nuevo.

Al calmarme un poco más y en cuánto la adrenalina bajó, me senté junto a Victoria, recosté mi cabeza a su hombro y empezamos a charlar.

A pesar de no parecerlo, el momento era bastante íntimo. No estaba acostumbrada a sostener charlas profundas o a esforzarme en conocer a las mujeres con las que sólo tenía sexo, era innecesario, pero con Victoria era diferente por alguna extraña razón.

- ¿Y qué me dices de tu familia? -hablé de nuevo entre la charla que estábamos teniendo.

- Tengo un hermano que se mudó a Canadá hace dos años, así que gracias a ello viajo de vez en cuando a ese país. Mi padre es dueño de algunas empresas, y mi madre... nos ha dejado a nuestra suerte cuando éramos pequeños. -dijo con un tono de incomodidad.- Lo siento, olvida lo que dije de mi madre, es una tontería, no quiero aburrirte con algo triste ahora mismo

- No, tranquila, no es una tontería, tampoco me aburriría. -me apresuré a decir.- De hecho, yo también tengo algo similar. Mi madre me ha maltratado toda mi vida y hace tiempo que no la veo.

Un ambiente extraño se formó, en el que las dos nos percatamos de lo mucho que habíamos abierto nuestro corazón con la otra. Ambas nos sonreímos calidamente y hablamos por unos minutos más.

- El sol ya está saliendo. -habló Victoria.- ¿Quieres que vayamos por un café y luego ir a dormir a mi casa?

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N/A: CASI ME OLVIDO DE ACTUALIZAR POR ANDAR HACIENDO UN TRABAJO DE LA UNIVERSIDAD👹