Capítulo dieciséis.

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- ¿Dónde está ahora? -dijo Noah mientras preparaba algo de beber en su cocina

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- ¿Dónde está ahora? -dijo Noah mientras preparaba algo de beber en su cocina.

- En el trabajo. Le he dicho que renuncie pero no quiere, la entiendo.  -contesté mientras me sentaba en una silla.

Le había comentado a Noah sobre la situación de Rebecca, aunque no de manera detallada, ya que no quería traicionar la confianza de aquella chica que se volvió especial para mí.

- ¿Cómo te sientes tú con todo esto? -Noah me preguntó luego de sentarse al frente mío.

- Un poco rara. Me siento mal por Rebecca, pero me gusta que haya confiado en mí y que se quede conmigo.

- Me alegra que vuelvas a confiar de nuevo en alguien, Freen. -Noah tomó mi mano y la acarició, orgulloso.

Odiaba recordar a aquella mujer o que la insinuen indirectamente. Charlotte había roto mi corazón de múltiples maneras y de hecho, aún me sentía humillada. Fue la primera mujer que me animé a amar libremente, incluso dejé a mi familia atrás e ignoré a todo el que me decía que ella no era buena para mí. Todo parecía perfecto hasta que encontró a un hombre y me destruyó con sus palabras al decirme que sólo había estado conmigo por mí dinero, y que ni siquiera le gustaban las mujeres.
Noah había estado ahí para mí durante todo el proceso de superarla, y siempre me había dicho que lo único irreparable es la muerte.

¿Pero cómo podía dejar atrás las inseguridades provocadas?

Rebecca parecía una buena mujer y no me causaba duda alguna. Pero el miedo de lastimarla estaba presente, no era algo bueno causar el mismo dolor que me causaron a mí a alguien más, que incluso empezaba a tomarle cariño.

Una hora después me despedí de Noah, tenía algo pendiente.
Mi asistente me indicó la dirección y nos dirigimos allí.

- ¿La acompaño, Señorita Freen? -dijo el hombre al abrir la puerta del auto.

- No, iré sola. -respondí.- Es algo personal.

Subí por las escaleras y toqué la puerta. La persona que merodeaba en el departamento tardó en abrir, pero lo hizo.

- ¿Y tú quién eres? -dijo la mujer, su aspecto era uno agotado, lucía decaída, su aliento con olor a alcohol y su ropa no se entendía.

- Usted es la Señora Armstrong, ¿verdad? -dije adentrándome al lugar.

El departamento estaba lleno de paquetes de comida vacíos, al igual que muchas botellas de alcohol, todo estaba revuelto, definitivamente esta mujer tenía como plan desacomodar todo el lugar antes de irse.

Maldita.

- ¡¿Quién te crees que eres para entrar a mi casa?!. -la.mujer alzó la voz.

- Te hice una pregunta, contesta. -traté de mantener mi semblante serio.

La mujer empezó a insultarme mientras yo esperaba su respuesta a mi pregunta, aunque ya la sabía. En cuánto se acercó con la intención de golpearme, la empujé y le di una bofetada tan fuerte, que quedó sentada en el piso.
La miré fijamente, sus ojos irradiaban una especie de mezcla entre odio y miedo. Jamás me habían mirado de esa manera.

- Que sea la última vez que grites o intentes golpear a alguien. -me incliné hacía ella, tomando su camisa bruscamente.- Y será mejor que te vayas antes del anochecer o te irá peor.

Salí del lugar sin saber que era lo que acababa de hacer, pero me sentí mejor. Sin duda sería algo que le ocultaría a Rebecca, no sabía como se lo tomaría. Sólo esperaba que la mujer se calmara después del susto que le dí.

Mi corazón latía a mil por segundo, nunca me atreví a golpear a alguien, pero por Rebecca empezaba a ser capaz de todo, y esperaba que su madre se alejara de ella para siempre.

Una noche © FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora