Capítulo dieciocho.

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Freen se encontraba trabajando en su computadora mientras que yo sólo me dedicaba a mirarla

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Freen se encontraba trabajando en su computadora mientras que yo sólo me dedicaba a mirarla. Estaba entredormida ya que era temprano, el sueño todavía me consumía.

Había pasado una semana desde que nos habíamos confesado nuestros sentimientos, a pesar de no salir oficialmente, nos tratabamos como pareja.

Freen recibió una llamada pero no le di importancia.

- ¡¿Qué?! -dijo sobresaltada.- Voy para allá.

- ¿Que ocurre?  -mi cansancio desapareció y fui contagiada por su exaltación y nervios.

- Es mi abuela, está grave, ahora voy para el hospital.

Me quedé helada mientras ella buscaba su bolso y un abrigo. Opté por ir con ella. Rápidamente llegamos al hospital en el que se encontraba aquella mujer, la recepcionista amablemente nos indicó donde estaba la habitación.
Subimos con velocidad y el pasillo estaba solo, excepto por un hombre que caminaba intranquilo de un lado a otro.

- ¿Dónde está? -le dijo Freen al hombre. Estaba tan exaltada que ni siquiera prestó atención a la recepcionista.

Me acerqué a tomar su mano para tranquilizarla, y ella la tomó con fuerza. El hombre detuvo sus palabras cuando vió la escena.

- ¿Quién es ella? -dijo señalandome con una cara de desagrado.

Freen me miró, mientras sostenía mi mano.

- Ahora no preguntes, ¡carajo! -Freen temblaba.

- ¿Cómo se te ocurre traer a una mujer a tu lado sabiendo el estado en el que está la abuela?

En ese momento supe que era su hermano.

- ¿Estás loca? -volvió a hablar. Tomaba su cabeza de manera en la que parecía que explotaría en cualquier momento.- Vete, si mi abuela te llega a ver junto a Freen seguro morirá. -esta vez se dirigió a mí.

No quería empeorar las cosas, así que inmediatamente hice caso. Ni siquiera me atrevía a mirar a Freen, pero su cálida mano me detuvo y esta vez, ella me tomó por la cintura.

- Si no me dirás nada de la abuela, me voy yo también. -dijo enojada.- Vamos, Becky.

Caminé con rapidez, siguiendo su paso.

- Oye, no tengo problema en esperarte afuera, no es necesario que tú también te vayas. -hablé.

- No. Si tú no eres bienvenida, yo tampoco. -suspiró. - De todas formas esa mujer me odia y mi hermano es un inservible, no sé porque me preocupo.

Estaba apenada y aún un poco confundida por la situación. Llegamos nuevamente al auto y subimos, pero Freen estaba solo sentada, quieta.
Busqué su mano una vez más, recostandome en su hombro con delicadeza. Su llanto no se contuvo, era extraño verla tan vulnerable, y admiraba su fortaleza. Quería golpear a todo el mundo, tomarla en mis brazos por el resto de la eternidad y asegurarme de que nada ni nadie volvería a lastimarla.

Pero era imposible.

Entendí el enojo de su hermano, sin embargo no justificaba su manera de decir las cosas y actuar.

Era mi culpa por haberla acompañado.

Una noche © FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora