Especial: ¿Qué fue lo que dije?

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Milenka Ahmad

Estaba furiosa.

Un oficial quiso detenerme en mi camino del estudio de mi hermano, pero le lancé una sola mirada para que no se atreviera a molestarme antes de empujar las puertas y ver a mi hermano distraído con la luz de las pantallas alrededor, que normalmente estaban inactivas mostrando diferentes mapas y con la mesa de maniobras militares con la zona de guerra en puntos calientes, pero el más reciente y dónde había estado estaba parpadeando, mostrando una clara diferencia de varios, pero Assim que normalmente estaría haciendo todo lo posible para encontrar una manera de hacer que las cosas fluyan a su favor estaba sentado en el escritorio, jugando con un anillo entre sus manos, haciéndolo girar y observándolo en su desplazamientos hasta interrumpir su trayectoria y caer para detenerse en la superficie lisa.

Entonces repetía el proceso.

Ese momento me distrajo por un segundo de todo lo que planeaba decirle de una sola vez y terminé respirando hondo sintiendo que parte de mi arranque emocional se comenzaba a estabilizar para ser más racional y caminar hasta él para sentarme a su lado.

Solo traté de no pensar en Aren Ostergaard o volvería a enojarme.

- ¿Otra vez estás tratando de descifrar eso? - Le pregunté viéndolo girar junto con él.

Sabía que el socio que había tenido para investigar el asunto del virus CT-64 le había dado la última clave que había escondido en su anillo de matrimonio a mi hermano.

Giovani Leone había sido un genio para obtener información, logrando en poco tiempo lo que nadie hasta el momento había descifrado a la fecha. Todavía seguíamos funcionando con parte de la verdad que nos dio a conocer y el resto estaba en ese pequeño objeto, pero había sido imposible para Assim dar con la respuesta de la clave de acceso que pedía.

Hacía tiempo que no había visto a mi hermano tan preocupado por esa información, pero parecía que de nuevo le había entrado la ansiedad por encontrar lo que todavía no sabíamos.

El anillo se detuvo después de caer sobre su circunferencia y temblar en un movimiento oscilatorio, pero mi hermano de nuevo lo puso a girar.

- Tal vez te dijo cuál era la contraseña, pero lo olvidaste.- Murmuré.

- Solo dijo el nombre de su esposa y ya lo intenté.- Respondió.- Con su nombre y con su fecha de nacimiento.

- ¿Y por qué no le preguntas a ella? - Cuestioné.- Tal vez ella lo sabe.

- Lo último que voy a hacer es provocarle recuerdos de él.- Dijo parando el anillo con su mano extendida. El golpe sonó con fuerza y la comisura de mi hermano se elevó ligeramente con disgusto.- Nunca pensé que odiaría tanto a alguien a quién respeté en vida...

- ¿A quién odias, hermano? - Cuestioné curiosa, pero no respondió y en cambio levantó su mano y sostuvo el anillo entre sus dedos a la vista.

- Quiero algo, Mil.- Levantó la mirada hacía mí.- Algo que no he podido sacar de mi cabeza por años y he llegado al punto en que no me importa mentir para tenerlo...- Se deslizó el anillo por su dedo anular y este encajó de manera perfecta en su dedo, casi como si estuviera hecho para él.

- ¿Y qué vas a hacer? - Le pregunté sin saber a qué se refería. Mi hermano sonrió de manera extraña.

- Me estoy volviendo loco...- Giró el anillo y luego me miró con un extraño brillo en sus ojos.- Pero no pienso detenerme hasta tener todo. Lo quiero todo, incluso si tengo que conseguirlo a la fuerza.

¿Estábamos hablando de qué específicamente? Miré a mi hermano como si efectivamente se hubiera vuelto loco y decidí preguntarle antes de que un jefe entrara después de la autorización de mi hermano y se quedara quieto ante el escrutinio de ambos.

Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora