El silencio duró apenas medio segundo antes que Milia se aventara a los brazos de Assim y hablara.
- Su majestad, ella me está acusando injustamente por haber venido a verlo y quiere encarcelarme.- Le lloró, lamentable. Sujetando su brazo y agitando sus pestañas para verse más débil todavía.
No planeaba quedarme a todo este teatro. Estaba demasiado cansada para ello. Abrí mis labios para pedirle a Sigma que me sacara de aquí cuándo el jeque habló.
- ¿Y? ¿Por qué no siguen las órdenes de la reina?- Miró a Mamba negra mientras todos escuchábamos el jadeo de miedo de ella. Él hombre de color cuadró los hombros y tomó a Milia del brazo. Ella de nuevo comenzó a gritar y llamar a Assim varias veces mientras se la llevaban. Pronto todo se calmó y finalmente me giré hacía Sigma.
- Llévame a mi habitación, por favor.- Pedí.
- No es necesario.- Assim dijo un segundo después y miró a mis escoltas con frialdad antes de ordenarles que se marcharan.
Me mordí el labio, impotente por no poder pedirles lo contrario y solo los miré obedecer mientras me dejaban sola con él. Ambas figuras altas se perdieron después de Mamba por el pasillo con arcos cada determinados metros y con bonitos como pequeños candelabros que iluminaban el lugar.
El silencio se hizo presente entre ambos, pesado e incómodo. Sentí tensión en mis músculos, pero justo ahora no tenía la energía para levantarme e irme. Junté mis manos y las miré, negándome a verlo.
Estaba molesta con él y si pudiera lo golpearía, pero mi silencio era mi mejor arma bajo mis circunstancias.
Vi que sus zapatos se colocaban en mi línea de visión.
- No es mi amante.- Se puso de cuclillas y me enfrentó, pero desvié la mirada.
- No me importa.- Tragué ácido.- Ya dije que no quería que te acercaras a mí, sería la madre de las gemelas, pero no tu esposa. Lo que hagas fuera de eso no me importa.
Apreté mis manos.
No me importaba, para nada.
- Jaela, hablo en serio.- Puso sus manos sobre las mías.- No la cité aquí para eso, fue...
- Ya te dije.- Lo miré a los ojos.- No quiero saberlo. No me interesa.
- A mí sí me interesa.- Assim dijo.- La cité porque se le acusa de espionaje y le comuniqué que estará fuera de mi territorio y será llevada al extranjero hacía el país para el que trabajaba. - No respondí, solo apreté mis labios.- ¿No me crees?
- ¿Por qué debería? - Cuestioné.
- En todos los años que has trabajado para mi, deberías de saber que no es la manera en lo que hago las cosas.- Él dijo.- No tengo ninguna necesidad de estar con otra mujer que no seas tú.
- No me importa.- Respondí quitando mis manos de debajo de las suyas.- No me hagas repetirlo.
- Lo pienso repetir todas las veces que sea necesario.- Retuvo mis manos de nuevo y las entrelazó jalándome hacía abajo, a él.- No voy a tener a otra mujer que no seas tú, Jaela. Te amo.
Mi corazón dio un vuelco y se aceleró. Mis labios se separaron de la sorpresa y mi respiración se alteró al escucharlo.
Te amo.
Assim Ahmad me amaba y aunque una parte de mi ya lo sabía, aún así me sorprendí al escucharlo decir tales palabras con esa seriedad y franqueza que me quedé en blanco, pero al mismo tiempo entré en pánico y reaccioné a la defensiva, tratando de protegerme de él y su verdad.
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Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)
RomanceEl jeque Haidar Assim Ahmad era un mujeriego de cabeza a los pies, eso era algo que Jaela sabía con certeza desde que inició el trabajo de su guardaespaldas para pagar todas sus deudas ocasionadas por ella misma, después de haberse sumido en un prof...