Capítulo 36: Te amo.

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El silencio duró apenas medio segundo antes que Milia se aventara a los brazos de Assim y hablara.

- Su majestad, ella me está acusando injustamente por haber venido a verlo y quiere encarcelarme.- Le lloró, lamentable. Sujetando su brazo y agitando sus pestañas para verse más débil todavía.

No planeaba quedarme a todo este teatro. Estaba demasiado cansada para ello. Abrí mis labios para pedirle a Sigma que me sacara de aquí cuándo el jeque habló.

- ¿Y? ¿Por qué no siguen las órdenes de la reina?- Miró a Mamba negra mientras todos escuchábamos el jadeo de miedo de ella. Él hombre de color cuadró los hombros y tomó a Milia del brazo. Ella de nuevo comenzó a gritar y llamar a Assim varias veces mientras se la llevaban. Pronto todo se calmó y finalmente me giré hacía Sigma.

- Llévame a mi habitación, por favor.- Pedí.

- No es necesario.- Assim dijo un segundo después y miró a mis escoltas con frialdad antes de ordenarles que se marcharan.

Me mordí el labio, impotente por no poder pedirles lo contrario y solo los miré obedecer mientras me dejaban sola con él. Ambas figuras altas se perdieron después de Mamba por el pasillo con arcos cada determinados metros y con bonitos como pequeños candelabros que iluminaban el lugar.

El silencio se hizo presente entre ambos, pesado e incómodo. Sentí tensión en mis músculos, pero justo ahora no tenía la energía para levantarme e irme. Junté mis manos y las miré, negándome a verlo.

Estaba molesta con él y si pudiera lo golpearía, pero mi silencio era mi mejor arma bajo mis circunstancias.

Vi que sus zapatos se colocaban en mi línea de visión.

- No es mi amante.- Se puso de cuclillas y me enfrentó, pero desvié la mirada.

- No me importa.- Tragué ácido.- Ya dije que no quería que te acercaras a mí, sería la madre de las gemelas, pero no tu esposa. Lo que hagas fuera de eso no me importa.

Apreté mis manos.

No me importaba, para nada.

- Jaela, hablo en serio.- Puso sus manos sobre las mías.- No la cité aquí para eso, fue...

- Ya te dije.- Lo miré a los ojos.- No quiero saberlo. No me interesa.

- A mí sí me interesa.- Assim dijo.- La cité porque se le acusa de espionaje y le comuniqué que estará fuera de mi territorio y será llevada al extranjero hacía el país para el que trabajaba. - No respondí, solo apreté mis labios.- ¿No me crees?

- ¿Por qué debería? - Cuestioné.

- En todos los años que has trabajado para mi, deberías de saber que no es la manera en lo que hago las cosas.- Él dijo.- No tengo ninguna necesidad de estar con otra mujer que no seas tú.

- No me importa.- Respondí quitando mis manos de debajo de las suyas.- No me hagas repetirlo.

- Lo pienso repetir todas las veces que sea necesario.- Retuvo mis manos de nuevo y las entrelazó jalándome hacía abajo, a él.- No voy a tener a otra mujer que no seas tú, Jaela. Te amo.

Mi corazón dio un vuelco y se aceleró. Mis labios se separaron de la sorpresa y mi respiración se alteró al escucharlo.

Te amo.

Assim Ahmad me amaba y aunque una parte de mi ya lo sabía, aún así me sorprendí al escucharlo decir tales palabras con esa seriedad y franqueza que me quedé en blanco, pero al mismo tiempo entré en pánico y reaccioné a la defensiva, tratando de protegerme de él y su verdad.

Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora