Capítulo 3: Dos días de arresto, agente Lars.

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Al día siguiente se me asignó un nuevo horario y comencé mis actividades como escolta número uno de Assim, lo que significaba que era quién se encontraría inmediatamente detrás de él en todo momento y a su completa disposición.

Otra cosa que entendí era que el gobierno estaba entera y completamente militarizado, no como él de mi rey, Klaus Ostergaard, en mi país Dimark, quién prefería mantener el estado "civil" del poder sin mantener una organización militar del gobierno. Klaus era el comandante supremo de la nación y todos sabían de lo que era capaz desde que controló el país de una de las más grandes e importantes rebeliones, pero en su gobierno actual lo militar no era tan evidente y eso le daba al pueblo un sentido pacífico, pero este lugar no era así.

Assim Ahmad tenía el cargo de general supremo dentro del país y todo el sistema era estricto con las clases y grados. Lo que me daba una ligera sensación de estar frente a una dictadura en vez de una monarquía.

Además... Solo después de firmar el contrato de confidencialidad se me notificó de lo más importante aquí: estaban en guerra.

Ahora entendía por qué nadie quería ser su escolta personal en la empresa de Edward Carswell.

Estar aquí era una reverenda locura, sin importar lo bueno que sea el pago... Era simplemente ir más allá de cualquier sentido de la preservación humana y si mis circunstancias fueran diferentes y no tuviera un objetivo tan claro sin nada más que perder que mi propia vida, entonces habría renunciado, pero no lo haría.

Así que el día que oficialmente me presenté con el jeque/general me cuadré perfectamente y seguí las reglas del ejército de este lugar para presentarme sin vacilación en mi voz. Tenía encima media hora de sueño y mucho café en el sistema por haber pasado toda la noche preparando el uniforme que me dieron solo así, sin insignias, ni los grados en ningún lugar y los cosí personalmente uno por uno además de bolear las botas hasta sacarles brillo por unas cuantas horas.

Mis dedos dolían un poco al estar pinchados por la aguja, pero aún así no me permití preocuparme por ello mientras veía sin hacerlo directamente como el rey de este país se ponía de pie de su escritorio y me rodeaba, observando cómo llevaba el uniforme.

Ahora que lo podía ver bien y tan cerca me sentí ligeramente intimidada. Su altura estaba varios centímetros por encima de la mía, el tono de su piel le quedaba extremadamente bien al verde militar oscuro de su uniforme junto con todas sus insignias y cursos entre los que pude identificar brevemente el escudo de las fuerzas especiales y las alas de paracaidista, además de sus años en el activo y varias más que no pude ver bien.

Era un hombre peligroso.

Mi instinto me lo gritó y mi cuerpo se tensó ante la intensidad de su mirada sobre mi cuerpo. A pesar de que llevaba ropa encima, seguía sintiéndome desnuda bajo su escrutinio y mi estómago se revolvió sin razón aparente, pero aún, no hice ningún movimiento.

- Una de las cosas que son fundamentales de los hombres a mi lado es que se vean impecables, agente Lars.- Dijo con tono autoritario. Él llevó uno de sus dedos a mi porta nombre con mi apellido y pareció recorrer las letras antes de acercar su impecable mano con sus uñas cortas hacía el borde, donde estaba cocido. - Eso quiere decir también que no debe de haber ninguna brecha.- Su dedo escarbó entre la tela y el hilo.- Porque si yo puedo derribarlo, ¿Entonces que me garantiza mi protección si ni siquiera su uniforme puede mantenerse firme? – Mi cuerpo se movió ligeramente a causa suya cuando su dedo entró logrando que parte del hilo cediera y entonces tomó el porta nombres y de un jalón violento lo despegó por completo del uniforme. Lo tiró al suelo y pasó a uno de los escudos de la bandera de su país en mi brazo derecho.- La falta de perfección siempre cobra vidas, agente Lars.- Hizo lo mismo y lo despegó por completo, después pasó por el resto y uno a uno deshizo todo mi trabajo.

La frustración de esta situación era nueva para mí, lo más que me había pasado era que me quitaran dos o tres, pero esto... Estaba furiosa, pero no dije nada. Permanecí impasible con la mirada al frente hasta que él terminó y luego pasó a mirar mis botas.

- Aceptable.- Dijo antes de dirigirse de nuevo hacía su escritorio.- Él día de hoy no pienso salir de mi estudio, puede volver a su habitación y rehacerlo de nuevo, agente.

- Enterada, mi general.- Dije antes de agacharme para levantar mis cosas e irme.

Al salir observé el rostro burlesco de los dos guardias de la puerta, pero no hice más que pasar de largo y dirigirme hacía mi habitación, hasta que me crucé en uno de los pasillos con el encargado.

Maldije internamente antes de saludar y tratar de pasar de largo, pero me detuvo.

- Alto.- Ordenó y lo hice. Me alcanzó.

- ¿No pudo ni poner sus insignias como correspondía, agente? ¿No se le dio suficiente tiempo? – Cuestionó. Claramente podía verse que fueron arrancadas, pero él no quería escuchar eso, así que solo permanecí callada.

No era ningún civil para pedir disculpas por mi incompetencia.

- Se le notifica arresto de quince días. Se presenta en la unidad de corrección en el que iba a ser su primer día libre, ¿Entendido?

- Enterada.- Respondí y él se marchó.

Volví a mi habitación con cansancio y pude ver que estaban tres guardias en la sala de descanso. Me miraron con diversión y se burlaron en silencio. Los ignoré, pasé de largo a mi habitación y me puse a coser de nuevo las insignias con cierto aire de resignación.

Solo sería por un tiempo, Jae.

Solo resiste hasta que obtengas respuestas.

***

Al día siguiente regresé e hice las puntadas dos veces para reforzar mis insignias y fui a presentarme al servicio.

Se me dejó pasar, pero esta vez me quedé completamente helada en la puerta sin saber qué hacer.

El jeque estaba en la silla de su escritorio con una morena encima, ambos parecían estar besándose con suma pasión con ella arrugando el uniforme de él, tomándolo entre sus manos con uñas acrílicas de color claro y él con las manos perdidas debajo del escritorio. Ella gimió contra sus labios y de pronto me sentí tan avergonzada como si mi padre me hubiera descubierto viendo porno en mi habitación.

Él me miró por un breve instante antes de volver su atención hacía ella como si no le importara en absoluto que lo vieran tener sexo de esa manera. Mi estómago se retorció de nuevo. Retrocedí y cerré la puerta para quedarme de pie sin saber qué hacer.

De pronto los gemidos se intensificaron y ella comenzó a gritar como loca. ¿Qué mierda estaba pasando?

Aún no me moví del lugar y esperé porque la situación terminara, pero tardó bastante más de lo que esperaba. Suspiré largamente al menos dos veces después de revisar el reloj antes de que la mujer en cuestión saliera del lugar. Entonces toqué la puerta y entré a la oficina para seguir en mi servicio.

El jeque estaba trabajando en su escritorio como si nada hubiera sucedido momentos antes y yo no iba a demostrar lo contrario, así que caminé detrás de él después de su autorización en una sola señal con su mano y me puse en posición de descanso. Iniciando oficialmente mi guardia.

Una hora después escuché su voz.

- Dos días de arresto, agente Lars.

- Enterada.- Ni siquiera era mi culpa haber interrumpido su sesión de sexo...

Morir por él era mi trabajo, pero asesinarlo se estaba volviendo mi sueño frustrado.

Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora