Una semana después, como si mis bendiciones se hubieran revelado en mi contra por estar lejos de su padre, comencé a sentirme realmente enferma.
No podía retener nada en el estómago, ni agua y me la pasaba mareada, acostada en un sillón prácticamente todo el día.
La médico a la que Dante me llevó, me dio medicamentos que me ayudaron bastante, pero aún así seguía con constantes ascos a todo y para rematar, días después me dio anemia porque en los pocos días buenos que tenía, simplemente mi cuerpo no quería comer si Assim no lo alimentaba y aunque realmente lo intenté, después me enfermaba.
Así pasé todo un mes en un estado de semiinconsciencia en el que si me hubieran repetido que me quedaba poco de vida, si les hubiera creído de inmediato.
- No es por sonar mal, pero el embarazo se ve aterrador.- Alvize dijo pasándome un pedazo de manzana, sentado a lado mío, sobre un banco bajo de cuero y con la fruta roja siendo partida con una navaja negra.
- Espero que no hayas matado a nadie con esa.- Le dije tomando el pedazo de manzana.
- Siempre desinfecto mis cosas.- Alvize dijo.- Pero no, esta no es la que uso para desvivir cristianos.
Dante sonrió a lo que decía su hermano, desarmando su fusil en el suelo, sobre una manta para no dañar ni manchar la madera. El viento del exterior movía su cabello oscuro, en el portal frontal de la casa, observando el atardecer mientras pasábamos el tiempo como todas las tardes desde mi llegada.
- Mmm.- Entoné llevándome la manzana a la boca.- ¿Y qué es lo que me cuentan?
- Calificaciones bien, vida social bien, asesinatos...- El gemelo menor ladeó la cabeza.- Bien también.
- ¿Y qué decidieron estudiar al final? - Cuestioné hacía ellos sabiendo que ya estaban en la universidad.
- Informática.- Alvize respondió.
- Economía.- Dijo Dante.
- Ya ganó su primer millón.- Dijo Alvize orgulloso.
- Eso es muy bueno.- Le aplaudí a Dante.
- Yo había pensado en estudiar enfermería cuando él quiso ser médico durante la preparatoria.- Al se llevó una mano al pecho haciendo drama.- Pero después se arrepintió.
- Suficiente tienes siendo mi perra en la vida, hermano, como para que también te sabotees conmigo en el trabajo.- Dijo Dante.
Alvize se rió.
- Qué considerado de tu parte pensar en mí.- Él dijo con sarcasmo un momento después. Dante se encogió de hombros y pasó la brocha con aceite por el cajón de mecanismos y el resorte recuperador del fusil para lubricarlos.
El sonido de una lancha quitó mi atención de las manos ágiles del mayor de los gemelos y levanté la mirada para ver la imagen del vehículo acuático acercarse con moderada velocidad con el conductor y dos guardaespaldas cuidando a un Leone que no veía desde hacía años.
- Llegó Luciano.- Dijo Alvize antes de ir hacía el muelle dándole una señal a su hermano, quien también se puso de pie y pude ver como ambos, usando pantalones cortos blancos y tenis negros se ponían a la misma altura para esperar la llegada del segundo Leone.
En cuanto la lancha se acercó lo suficiente al muelle, Luciano salió, antes que su equipo de seguridad y saludó calurosamente a los gemelos, tomándolos de la cabeza y sacudiéndolos con alegría. Los hermanos Diavolo sonrieron y se dejaron hacer diciéndole unas cuantas palabras que hicieron reír al italiano antes de que los tres se acercaran.
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Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)
RomanceEl jeque Haidar Assim Ahmad era un mujeriego de cabeza a los pies, eso era algo que Jaela sabía con certeza desde que inició el trabajo de su guardaespaldas para pagar todas sus deudas ocasionadas por ella misma, después de haberse sumido en un prof...