Capítulo 27: Solo si te quedas a mi lado.

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El vestido que elegí llegó en tiempo récord y también un nuevo equipo de maquillistas y estilistas que eran mucho más serios que los anteriores. Tal vez se habían enterado de lo que les había pasado a los otros y por esa razón trataban de terminar rápidamente, pero al final, cuando vi mi imagen en el espejo, me quedé sorprendida.

Mi cabello estaba recogido de manera sencilla y el maquillaje era natural, pero a la vez resaltaba mi mirada, haciéndome ver como una especie de ninfa tentadora de cuentos.

El vestido era de un hermoso tono azul grisáceo con un cinturón delgado en la cintura que dividía la parte superior de un tono crema con hermosos trazos del color del vestido que se adornaba en diferentes figuras que solo podía ver cuando era niña en los hermosos vestidos que usaban las princesas. Las mangas largas del vestido cubrían mi heridas en el brazo y la caída por debajo del vestido se colgaba hacía abajo con una hermosa cascada de detalles en la tela hasta extenderse por el suelo un poco más allá de mis zapatos de tacón alto.

Los saqué de debajo de la tela para ver el material cristalino que daba la imagen de estar hechos de cristal, pero el material era más duro que eso y precioso en cómo hacía parecer que había una mariposa en la parte superior que cubría el dorso de mi pie y serpenteaba con bonitos listones del color del vestido hacía mis pantorrillas, sujetándose de ahí.

Levanté la mirada de nuevo para ver el hermoso collar que adornaba mi cuello y los aretes largos que terminaban de completar el conjunto.

No sabía cuánto costaba todo lo que traía puesto, pero podría apostar que mi deuda con Nestore quedaba corta con esto.

- Ya es hora, señorita Lars.- Uno de ellos me dijo, ofreciéndome su mano enguantada en blanco para bajar de la pequeña tarima en la que habían terminado de ajustar los detalles. Le agradecí y bajé, levantando el vestido para no tropezarme con el.

Fui conducida hacía el inicio de las escaleras de la residencia de Assim en este lugar y tomé el barandal para comenzar a bajar, cuando vi que el jeque se detenía en el pie de las escaleras.

Estaba usando la vestimenta formal de su país, largo hasta sus pies con patrones del color de mi vestido, con una predominancia al negro del resto de su ropa y su cabello cubierto por tela con un iqal que la mantenía en su lugar. La belleza de sus rasgos se vio multiplicada considerablemente y recordé porque cuando era su guardaespaldas odiaba verlo así.

Se veía endiabladamente guapo y mis hormonas se alborotaron de inmediato, solo de verlo.

Sonreí sin poder evitarlo, al notar como se ajustaba los gemelos en los puños y me arrebataba la capacidad de respirar al ver sus manos moverse en aspectos tan sencillos, sin mirar los accesorios, porque su atención estaba en mí.

Capté la mirada de Assim intensamente y pude ver incluso desde la distancia como le gustaba lo que estaba viendo.

Me sentí algo orgullosa de eso y fui deliberadamente lenta al bajar los escalones, un paso a la vez sin despegar mis ojos de él hasta que me detuve a un escalón de distancia.

El jeque me ofreció su mano y yo la tomé, dejando que me ayudara con el último paso hacía él. Assim me pegó a su cuerpo y puso su otra mano en mi cintura.

- Te ves hermosa.- Dijo con la voz un poco ronca.

Puse mi mano en su pecho cuando se inclinó y quise provocarlo un poco más al ver su confusión.

- ¿Qué tal si no besas hasta el final? - Pregunté y luego me expliqué al notar que entornaba sus ojos.- Me pregunto si su majestad puede manejar ese pequeño grado de abstinencia por un breve periodo de tiempo.- Y así no me arruine el labial... o peor aún, terminemos haciendo algo más que me deje desecha.

Misión: Proteger al mujeriego. Contratiempos: Enamorarse. (III libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora