The Princess

⚘CHAPTER SIX⚘

[PODERES]

El dolor había terminado una vez bestia se había transformado. Bells, aún en el piso con la respiración agitada se fue poniendo de pie lentamente, ya no era una persona de baja estatura, ahora era una bestia de casi dos metros.

Jane gozaba ver a la princesa de aquella manera, era la mejor humillación que pudo hacerle.

— ven perrito, perrito— se burló provocando que la princesa rugiera.— ¿crees que Carlos te amará ahora?— preguntó la pelinegra entre risas.

La bestia Bells deseaba con todo su ser poder regresar a la normalidad, regresar a ser bella y no ser un animal salvaje. De pronto una luz blanca rodeó a la chica bestia, Jane quien solo se burlaba se percató y su sonrisa se esfumó, la luz se marcho y ahora dejo ver nuevamente a la linda descendiente de la Bella.

— ¿¡como es eso posible!?— preguntó Jane ofendida y alarmada— ¡es imposible que puedas romper mi hechizo! Tu no tienes magia...— Jane alzo la varita y lanzó un hechizo pero este no le hizo efecto alguno— ¡¿como es posible?! ¡Es para que estuvieras muerta!— exclamó molesta intentando lanzar otro conjuro hacia la chica pero esta logró esquivarlo con facilidad.

Lo curioso era que no era intención de Bells esquivarlos, era como si su cuerpo supiera que tenía que hacer, era como un instinto que se activo por si solo. Bells no entendía que pasaba pero comenzó a burlarse por solo ver a la hija del Hada Madrina tratar de herirla. La castaña en un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a la pelinegra, por primera vez Jane parecía asustada.

— eres la tercera villana que me dice eso, la primera fue Maléfica— se burló Bells y mostró sus colmillos de bestia, no supo cómo podía hacerlos ni nada, solo aparecieron— ¡entrégame esa varita!— ordeno la castaña, pero Jane se aparto y pasó la varita hacia adelante en modo de ataque.

Bells sabía que Jane ya no podría hacerle daño, hiciera lo que hiciera su hechizo no causaría un efecto permanente. La hija del Hada comenzó a retroceder lentamente sin bajar la varita, lanzó algunos hechizos pero la chica lograba esquivarlos con mucha facilidad. Bells se aventó hacia Jane, de un momento a otro ya tenía a la chica sometida hacia la pared con su mano apretando su cuello.

Jane a pesar de estar siendo ahorcada no soltaba la varita.

Bells estaba a punto de arrebatarla pero sus ojos se prendieron en un color intenso y sintió el impulso de salir corriendo de ahí, así, dejando a Jane asustada, con la respiración entrecortada y varita en mano.