Capítulo 1. La mudanza.

1.1K 67 5
                                    

-¡Vamos Bobby, apúrate mijo!, nos está esperando Jaiden en el carro.

-Ya voy pá, nada más me termino de poner los zapatos, pereme.

-Tú y tus pinches calmas cabrón, ¡Órale, ya!

Los dos mexicanos iban saliendo de su ahora ex-casa, subiendo sus maletas en la cajuela del carro color morado de su amiga Jaiden, una estadounidense que se había vuelto muy cercana para ellos, desde la muerte de la mamá de Bobby, nunca los había dejado solos, y ahora mucho menos.

Los adultos habían acordado meses atrás que, para el bien de Bobby, Roier y él se mudarían al vecindario de Jaiden, para así estar más cerca, pues ir de una casa a otra casi todos los días era muy agotador, también Bobby pronto entraría al preescolar, lo que a todos se les facilitaría estar más cerca por si algo pasaba.

El castaño había conseguido un trabajo no muy lejos de su próxima casa, era una empresa que se dedicaba a anunciar ciertos eventos y a organizarlo, nunca ejerció su carrera, habiéndose graduado como chef, no tenía tantas oportunidades.

Se encontraban en camino a su nueva casa, el pequeño estaba jugando en la parte trasera del auto con un pequeño dinosaurio color azul, su juguete favorito. Por otro lado, su padre y a la que llamaba "tía" estaban platicando animadamente en la parte delantera.

-Sí, como te decía, el lunes es su primer día de clases, no se si voy a poder terminar todo lo que tengo que hacer en la casa a tiempo -el mexicano estaba un poco desanimado, tuvieron ciertos contratiempos a la hora de hacer la mudanza, no tendría tanto tiempo disponible para su hijo, era un total fastidio, púes disfrutaba mucho pasar tiempo con él.

-Tranquilo Roier, sabes que te puedo ayudar, esta semana no tengo mucho trabajo -la de ojos marrones había mejorado mucho su español, entendía lo suficiente y lo hablaba con un poco de dificultad.

- Lo sé, pero no me gustaría aprovechar eso, ya nos has ayudado mucho estos meses, deberás que si no fuera por ti, no habría hecho ni madres, yo creo que seguiríamos ahí como pendejos yendo y viniendo a lo wey -la chica soltó una risa, le causaba gracia el cómo hablaba su mejor amigo, con las groserías mexicanas y su tono medio cantadito, claro esta que no se comparaba con su vecino, Quackity, ese pato si que hablaba cantadito.

Cuando llegaron a su casa nueva, Bobby muy emocionado, entró corriendo en cuanto su papá abrió la puerta, había cajas por todos lados, muebles emplayados, maletas con ropa, algún que otro plástico tirado y uno que otro mueble acomodado. Habían estado viniendo varias veces en la semana a acomodar un poco, limpiar, hacer modificaciones y en general avanzarle algo para que no se hiciera todo tan pesado, su habitación y la de su padre, fueron lo primero que hicieron, solo faltaba acomodar una que otra cosa y el resto de su ropa que aún faltaba.

Al caer la noche, los tres cenaron en la casa, unos sándwiches que habían preparado con leche para Bobby y café para los adultos, al poco rato, la joven tuvo que irse a su casa, dejando pasar la primera noche a su amigo y su sobrinito.

-Bueno, ese seria el último dinosaurio, ¿Bobby?, ¿Qué pasa patitas de chetto? -el castaño notó algo decaído a su hijo, fue a sentarse junto a él en la orilla de la cama.

-Pá, ¿Tú crees que pueda hacer amigos aquí? - era cierto que el niño era muy alegre y juguetón, pero tenía cierto miedo a convivir con otros niños, pues en su guardería, o le pegaban o lo insultaban.

-Pero claro que si mi niño, ¿recuerdas que eres Bobby chingón? - el pequeño asintió-. Ahí está, verás que muy pronto tendrás amigos nuevos, sabes, la tía Jaiden me dijo que por aquí hay muchos niños de tu edad, ¿Qué te parece si salimos un rato?, todavía es algo temprano.

Un amor confuso | Guapoduo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora