Capítulo 41: El Futuro.

145 21 39
                                    

Roier.

—¡Eu parado no bailão! , no bailão
Ela com popozão, o popozão no chão
O popozão no chão... —meneé mis caderas de un lado para otro, metiendo botellas de agua y una caja de galletas en la mochila a mi izquierda.

Los niños también bailaban, según ayudando con las cosas.

Hoy es cumpleaños de Richas, y eso implica que saldríamos a no se donde.

Cellbit apareció por la cocina, tomando mi cadera y jalando mi cuerpo hacia el suyo, movió mis caderas a un ritmo que impuso, reí y le seguí el juego.

Cuando se pegó a mi cuerpo y sentí su gran personalidad pegada a mi trasero traté de despegarme, cosa que no se le permitió.

—Sin armas, general.

Se rio en mi oído, giré mi cuerpo y besé fugazmente sus labios, logrando que aflojara su agarre.

Caminé hasta donde estaban los niños y les dije que Cellbit había bajado, en automático se le tiraron encima. Aproveché eso para terminar de guardar todo.

—¡No!, ¡No!, ¡Roier! —atacaban a su papá con besos y cosquillas. Cerré la mochila y caminé con ella hasta donde estaban.

—Ya, ya, déjenlo, ni aguanta nada —los niños lo soltaron, les dije que fueran por sus mochilas, que ya nos iríamos. Cellbit se acercó a mi.

—¿Quieres ver como si aguanto? —el tono bajo y sensual qué utilizó me causó un escalofrío. Apoyé una de mis manos en su pecho impidiendo qué se acercara más.

—Ya, pendejo. ¿Andas muy caliente, no? —paré la música desde mi celular, metiéndolo en mi bolsillo.

—Es que eres irresistible —sus manos tomaron mi cintura, bajando hasta mis nalgas—. Y también el short apretado qué traes no ayuda.

Entre cerré los ojos, podía notar cierto nerviosismo en sus manos y como evitaba mi mirada. Lo aparté un poco, examinándolo.

—¿Qué te traes?

Se tensó, ahora sabía con claridad qué ocultaba algo.

—Nada, nada, guapito.

Se dio la vuelta, saliendo de la cocina, lo seguí, al salir, los niños nos alcanzaron, subí todo a la camioneta, regresando a la casa y cerrando la puerta.

Subimos al auto y encendí el estéreo, poniendo la playlist que hicimos juntos, en el camino, Cellbit se desvío de la carretera principal. Nos adentramos en una especie de campo, era un prado muy bonito, el sol alumbraba todo el pasto y las pequeñas flores amarillas brillaban sobre los rayos de este.

Avanzamos unas horas más, cerca de medio día, entró por un caminó de tierra. Árboles frutales nos rodeaban, se escuchaban ardillas y cualquier animalito salvaje que pudiera habitar por aquí.

Detuvo el auto en un camino de rocas, todos bajamos, Richas y Bobby echaron a correr, investigando el lugar.

—¡No se alejen tanto, chamacos!

—¡No, apa!

—Tranquilo, amor, aquí no hay nadie y es propiedad privada.

Enrojecí al escuchar el lindo apodo, Cellbit me solía llamar "guapito" o "Ro", nunca me había dicho por otro apodo aparte de esos.

—¿Y eso?

—¿Qué cosa? —abrió la cajuela, sacando las mochilas y unas cuantas cosas más.

—¿El cómo me llamaste..? —reí algo nervioso, también saqué algunas maletas y cuando iba a caminar, Cellbit tomó mi muñeca, jalando mi cuerpo y haciendo que chocara contra su cuerpo.

Un amor confuso | Guapoduo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora