Capítulo 22: Travesura 2 (parte uno).

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Cellbit.

-Eso no es posible, Cellbo, llevamos intentando llegar a más países los últimos dos meses -Pac asintió apoyando a MIke.

-Ellos tienen razón, Cellbit -interrumpí al platinado.

-A ti no te pedí que hablaras -ni siquiera lo miré, giré toda mi silla en dirección a Pac y Mike que estaban sentados a mi izquierda en la larga mesa de cristal.

-Lo siento, Cellbit, pero no podemos hacer mucho, la empresa no da para más en este momento, ya tenemos suficiente con la demanda -suspiré, BBH tenía razón.

-Bien, denles a todos el día, estamos todos muy estresados y así no podemos trabajar tranquilos, nos vemos el próximo lunes -todos se pararon de sus asientos y salieron uno por uno.

Me desplome en mi silla cuando estuve solo, los últimos dos meses había sido muy difíciles, nos cayó una demanda porque unas instalaciones que se realizaron en una empresa de cosméticos hicieron corto, un asunto muy sofocante. Acomode a un lado mi cabello y aflojé mi corbata, estaba muy cansado.

Apoyé mi cabeza sobre el respaldo de la silla y cerré mis ojos, un pitido en mi celular hizo que los abriera, era Roier, mi guapito.

Guapito 💕

Cellbo

Yo voy por los chamacos, tu concéntrate en tu trabajo

😁

Teclee una respuesta rápidamente antes de ponerme de pie y salir de la sala de reuniones, pase por mi oficina y agarre mis cosas yendo al estacionamiento, una vez dentro de mi camioneta desabroché los primeros botones de la camisa negra que traía puesta. Arranque el motor y conduje hasta casa.

Cuando llegué no había nadie, no han de tardar mucho, subí a mi habitación y cambie mi ropa por unos jeans y una camiseta más cómoda, bajé a mi estudio y cerré la puerta, encendí mi computadora y comencé a trabajar en lo que tenía pendiente.

A los poco minutos escuche la cerradura de la puerta, seguido de risas y pasitos, sonreí por inercia; escuche a mi filho gritar mi nombre, devolví un grito en respuesta dándoles mi ubicación, la puerta corrediza se abrió dejando ver una melena rizada y una lacia.

-¡Pai! -Richas corrió rodeando el escritorio, empuje la silla con rueditas hacia atrás, se subió en mi regazo y dejo un beso en mi mejilla, Bobby llegó después, solo se paro cerca.

-Oi, filho -deposité un beso en su frente-. Oi Bobby, ¿Quieres venir y darme un beso? -asintió frenéticamente con la cabeza, palpe mi otra pierna y el subió, depositando un beso en mi mejilla.

-Ósea que a él si lo saludan de beso y a mi no, okey -los tres volteamos a la puerta, Roier se apoyaba sobre el marco con los brazos cruzados, reí y negué con la cabeza.

-Você é muito dramático, guapito -él se acercó con la nariz roja, fofo.

-Cala boca, pendejo -rodeo el escritorio y apoyo su cadera contra la madera-. Y ustedes chamacos, ¿Qué no piensan cambiarse el uniforme? -los niños se miraron entre si, sonriendo-. Órale, a chingar a su madre.

Como si fuera una orden, más bien lo era, se bajaron de mis piernas y corrieron escaleras arriba, negué con la cabeza y sonreí. Mis movimientos fueron más rápidos que la reacción de Roier, coloqué mis manos en su cintura y lo jale entre mis piernas, apoyé mi cabeza en su abdomen y lo abracé, cerrando los ojos, su cuerpo se tensó ante mi toque.

-¿Qu-Qué haces, wey? -suspiré, su cuerpo era muy cálido y cómodo.

-Solo... déjame así unos minutos, por favor -cerré mis ojos y sentí su dedos acariciar mi cuero cabelludo, mi cuerpo se relajó ante su tacto.

Un amor confuso | Guapoduo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora