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Editorial; amenazas que significan mucho más

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Editorial; amenazas que significan mucho más

          Las cosas nunca habían sido tan incómodas entre aquellos dos; la mayor parte del tiempo Nikolai hablaba y Fyodor escuchaba, preferentemente a él, pero en ese momento, cuando el albino le invitó a pasar a su oficina, no pensó bien las cosas.
          Además del la incomodidad, no recordó que todo estaba hecho un desastre y tuvo que recoger con rapidez mientras daba una excusa barata.

          —Así que, ¿has terminado tu último trabajo? —inquirió tratando de aligerar el ambiente, por desgracia Fyodor siempre fue un joven de pocas palabras.

          —No, estoy a punto, pero decidí revalorar mis prioridades antes de arrepentirme —contestó un tanto avergonzado al tomar asiento cuando el otro señaló. Por supuesto, ignoró el desastre sin entender qué tipo de huracán habíase pasado por el lugar.

          —Y, he de suponer que Rilina es una de ellas —atinó a decir mientras ocupaba su mismo lugar el magnate.

          El azabache nunca había tenido tal detalle con nadie, ciertamente estuvo nervioso de que lo viesen en la calle con el hermoso ramo de flores y dijeran misa sobre él sin conocerle, pero al ver cómo la secretaria lo aceptaba y sonreía abiertamente al entregárselo, simple valió toda la pena.
Por ese motivo, se encontraba animado, felíz por algo que nunca imaginó que sucediese, y, ¿por qué no? También motivado.

          —Solo tomé el consejo que me diste la otra tarde —devolvió restándole importancia, después de todo creía en su amigo; creía que en realidad Dunia y él no tenían nada que ver.

          —Me alegro por ti, Fyodor. Espero que esta sea una buena experiencia ahora que has decidido comenzar. —Por segunda vez en el día no sabía qué estaba diciendo, pues solo quería apoyarlo y al mismo tiempo esconder que algunos minutos antes, estuvo a punto de tener sexo con la dama sobre el mismo escritorio en donde apoyaba las manos.

          El introvertido escritor asintió; en años no se había sentido tan contento que incluso se le notaba en la mirada. Ese púrpura estaba vivo.

          —Casi se acaba el horario de trabajo, creo que debo comenzar a prepararme para pedirle una cita —anunció avergonzado—. Espero que no haya más desmayos de por medio.

          —Por supuesto que te dirá que sí, ¿qué mujer no lo haría? Eres Fyodor Dostoyevsky, aunque también espero que no haya otro desmayo. La última vez casi me costó el editorial completo. —Recordó el gran problema en que se metió por aquella misma acción que estaba dispuesto a hacer otra vez—. En fin, ¿por qué no vas ahora? Puedo permitir que la señorita Thomashevsky salga unos minutos antes si es por tí, así que ve.

          Animó y señaló la puerta, dando a entender que no estaba jugando, así que Fyodor se levantó más nervioso que nunca y le miró.

          —Gracias, Nikolai —solo agradeció y abandonó la oficina segundos después.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora