сорок восемь | 48

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Editorial; siempre he sido yo

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Editorial; siempre he sido yo

          Rilina le agarró del abrigo, casi a la altura de su cuello. Entonces se acercó y jaló el cuerpo de la más alta, quedando así frente a frente y rostro con rostro.

          —¡No puedes seguir aparentando estar ciega ante la verdad! —exclamó terriblemente molesta—. ¡Estuviste ahí y escuchaste cada palabra! Pero por algún motivo estás tratando de mirar hacia otro lado, aún cuando sabes que no soy una víctima.

          Irina apretó los dientes ante la verdad que la joven le escupía directo a la cara, y en consecuencia colocó las manos encima de las suyas, pero no la alejó, solo se impuso ante ella y apretó el agarre.

          —¡¡¡Mira más allá, Irina!!! —Dunia le ganó la palabra al saber que estaba a punto de negarse una vez más—. Sé que lo sabes. Sabes que te engañé ese día con mi llanto y te obligué a destruir tu vida tal como la querías.

          De pronto pareció que iban a pelear en medio de la calle vacía, puesto que la dama rubia fue quien está vez se acercó e hizo retroceder a Rilina, la que se sorprendió por la agresividad puesta en el agarre de manos y fuerza al apretar sus dientes.

          —¿¡Que tiene de malo querer mirar hacia otra parte, Rilina!? —Por fin fue sincera—. Si ello permite que no te vayas de mi lado... si ello me permite seguir siendo tu mejor amiga... Y si ello me permite elegirte y amarte por sobre lo que otros quieren para mí. ¿¡Dime qué tiene de malo!?

          A diferencia de una gran pelea, Rilina le sonrió abiertamente cuando aceptó los hechos, y mirarle, para Irina, fue el factor clave que le permitió echarse a llorar sin cuidado, y por ende, dejar la agresividad de su agarre.

          —No tengo que culparte, tu afán no me sirve de nada, porque no tienes nada de que avergonzarte. No sabías que era yo su prometida y nunca intentaste arruinar mi vida... De hecho, no lo hiciste, tú me salvaste. —Fue un ruego entre el llanto, porque además de ser consciente, sabía que no solo existían ese tipo de consecuencias.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora