Сорок шесть | 46

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Editorial: la verdad sobre lo que nunca intenté aceptar

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Editorial: la verdad sobre lo que nunca intenté aceptar

           El sonoro sonido de su piel conectándose en la mejilla del millonario pudo haberse escuchado incluso hasta en la caseta de vigilancia, por no decir que hasta el editorial que le pertenecia al hombre.

          —Usted, ¿por qué lo hizo? —cuestionó apretando su puño con coraje.

          No era lo que había imaginado, haría, desde que abrió sus orbes oscuros esa mañana, sin embargo, verle causó en la menor un asco horripilante, mayor o incluso más que eso, del que había sentido la tarde de ayer cuando vómito todo lo que llevaba en el organismo. Ciertamente, dado el resultado de su encuentro, también olvidó que prometió al castaño hacerle entender al magnate que era importante no perder el piso en ese momento.

          —Supongo que me lo merezco —aceptó el albino. No se alcanzó la mejilla para sobarla por el dolor, solo se quedó inmóvil con la mirada hacia un lado, pues ni siquiera pudo voltear el rostro hacia ella.

          Estaba justo frente a él, dispuesta a enfrentarlo de una vez por todas, pero sentía un sentimiento horroroso en la garganta como nunca en su vida había tenido por alguien, y lo mejor era alejarse, pero no lo hizo. Se quedó ahí, esperando algo más que un "me lo merezco".

          —¿Supone? ¿Qué supone? —atacó—. Ella lo ama, solo tiene que ver sus ojos cuando habla de usted, o cuando ayer me di cuenta de cómo lo miraba...

          —No tienes que decírmelo —respondió intranquilo. El tono hostil, pero neutro de Rilina le causó escalofríos, aún así, se dijo, bajar la guardia solo complicaría el asunto.

          Comprendió en ese momento que había sido una mala idea viajar hasta su hogar, antes bien, el impulso fue más grande que la razón.
          Su objetivo ya estaba cumplido: hacerle saber al hombre que el juego se había terminado, y que jamás en su vida pensara en tocarle o besarle, mucho menos comportarse como una buena persona con ella; ya no era necesario decirle que tampoco se le ocurriera tratar de confundirla con sus sentimientos, y que jamás volviese a meterse en una de sus relaciones tal como saboteó la suya con Fyodor.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora