восемнадцать | 18

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Editorial; contrato firmado, ¿jefe feliz?

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Editorial; contrato firmado, ¿jefe feliz?

          La noche saldría bien, repetía la madre de Duneshka en aquel sofá cómodo que solía utilizar para observar la televisión casi todo el tiempo, además, sobre una manta cálida, Catrina le acompañaba durmiendo plácidamente sobre su regazo. Sin embargo, ocupando el lugar adyacente en el sofá para tres personas, Rilina veía la televisión a la espera y sin ningún contratiempo.

          La noche saldría como tuviese que salir, no había motivo para que saliese mal, pero existía una gran probabilidad de que saliese bien, por lo que, confiada, decidió esperar hechos. Tampoco era que la emoción le carcomiera, pues ella estaba relajada, tanto como su mascota.

          Irina había hecho su trabajo, pues en aquella tienda encontraron aquel vestido de falda volada en tonos blancos, la gabardina negra que llegaba hasta sus rodillas, y aquellas botas a juego. No estaba tan elegante como última vez que vio al poeta, pero había una justificación clara para ello; por esas fechas, Rusia estaba más congelada de que de costumbre, sobre todo la noche ya había caído, que incluso tuvo que colocarse unas mallas para cubrir lo poco que se veían sus piernas.

          —Si ese jefe tuyo se tarda un poco más... —habló de nuevo su madre, cambiando el canal con el mando después.

          Rilina observó el reloj pegado a la pared en consecuencia.

          Por algún tipo de infortunio, Nikolai había quedado en recogerle en la puerta de su casa, y no porque quisiese ser amable, sino porque el japonés se negó rotundamente a acompañarlos en la cena, conociendo de antemano que Chuuya no era de su agrado y viceversa; era el administrador de personal, nada tenía que hacer ahí, contrario al evento de escritores donde participó como apoyo.
          Siendo el caso, a esa hora el autobús era, ciertamente, peligroso para una dama como ella, y sobre todo, reducía su horario después de las ocho de la noche, y llegar tarde... ¡Para nada! Un empleado del gran señor Gogol no llegaría tarde a una cena tan importante.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora