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Editorial; los planes son para hoy

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Editorial; los planes son para hoy

—No hagas ruido, ni siquiera pises fuerte, el volumen de la televisión tiene que ser considerado, utiliza el baño del pasillo, no entres a la habitación ni aunque el mundo se esté acabando, si necesitas algo llama a Osamu, si no necesitas nada simplemente no te muevas —enumeraba el ruso caminando directo a perderse de su vista, mientras Rilina le escuchaba desde su lugar—. ¿Entendido?

La habitación era espaciosa, mucho más de lo que una persona en un viaje necesitaba, de hecho, alguien fácilmente podía vivir entre esas paredes. Una sala, un comedor, una cocina, un baño y un armario, eso, sin contar todo lo que poseía la alcoba principal que ocuparía el albino, aspectos que definitivamente la chica no podía tocar ni ver mientras estuviese dentro del espacio.

—Entendido —finalmente contestó al saber que el adverso estaba esperando una respuesta, de preferencia, que le complaciera.

Después de ello, Nikolai le volteó el rostro con la "diva" que era, y a los ojos de Rilina se perdió en el pasillo largo, luego el sonido de una puerta abriendo resonó y por consecuente también se cerró.

De pie en medio en aquella parte que dividía la sala del comedor, la muchacha parpadeó un par de veces. No tenía idea de que hacer, puesto que cualquier movimiento podría provocarle enojo al mayor en la habitación, aunque también comprendía que era una exageración que no estaba en sus manos mantener por el gusto del otro, y que tarde o temprano escucharía la queja por mover un solo dedo; así que se arriesgó.

Primero, guardó su maleta en el espacioso armario al final del pasillo, ignorando que la puerta del albino estaba justo ahí. Algunos minutos después, se dio un buen baño para quitarse de encima los restos del viaje, y al terminar, ocupó asiento en el sofá de la salita y se mantuvo en el por tiempo indefinido en total silencio.

Debía ser sincera, la verdad era que no le molestaba el hecho de "compartir" el lugar con su amargado y estricto jefe; su mente pasaba por alto el hecho, dándole poca importancia al no poder hacer nada para remediar la situación que él mismo había elegido, y que a diferencia, a su persona sí le irritaba, lo que llevaba a pensar a Rilina si era que Nikolai era un masoquista de primera, que ni viendo la afectación propia que se causaba, decidió vengarse de ella por un minúsculo comentario.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora