Тридцать три | 33

163 26 76
                                    

Editorial; un ascenso con broma incluida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Editorial; un ascenso con broma incluida

          Había dicho al administrador, una semana después de lo acontecido, que necesitaba ver a la señorita Thomashevsky en su oficina nada más llegara, pues debía decirle algo importante.

          —Estoy tan cansado de esto —murmuró sobre su asiento; revisaba documentos, pero no exactamente los que tenían que ver con su editorial.

          Se trataba, pues, del papeleo perteneciente a diferentes y variados negocios que también tenían su nombre por todos lados, unos que, aunque no tenían el mismo peso del editorial, eran importantes tanto para él como para la ciudad e incluso el país, puesto que no eran únicamente estables por fines monetarios.
          Existían, en su mayoría, muchas causas nobles que necesitaban su atención, que por no decirlo con malas palabras, habían sido creadas para darle una mejor imagen al hombre; sin embargo, ello mismo le daba más dolor de cabeza. Este tipo de negocios no necesitaban trabajarse a diario, sino que solo en algún delimitado tiempo. Antes de encargarse personalmente de ellos, Louisa lo hacía, pero ahora...

          —No puedo volver a atrasar mi boda. Es injusto —masculló entre dientes. Tantas fechas, tanto que hacer, y tanto tiempo que debía invertir en la nueva campaña social que el padre de la misma Irina había ofrecido, y que por lo tanto, no debía rechazar.

          No, no y no, renegaba tal chiquillo malhumorado mientras más ahondaba en la propuesta; deseaba, si por él fuese, casarse esa misma tarde con la mujer que amaba y olvidar -egoista- lo que había hecho. Estaba desesperado. Era el momento preciso, se decía inquieto: comenzó a llamarle por las tardes más seguido a la ojiazul y la señorita Thomashevsky estaba bien ignorando lo que había hecho en aquel hotel, incluso agradecía, el que no le hubiese cuestionando sobre lo que le dio a escoger esa noche y siguiera siendo solo su secretaria.

          No obstante, pegaba como siempre en su orgullo. ¿Por qué la dama debía serle tan indiferente? Le había dicho y hecho tantas cosas...

          Era justo ahí donde entraba el dilema, y por supuesto, no estaba interesado en cuestionar sus razones sobre porqué no lo había golpeado en su bonito rostro teniendo la oportunidad todos los días.

          Por otro lado, justo a la hora y nada más al llegar, Osamu cuestionó a la dama si se encontraba bien de salud por lo sabido antes, ya que estaba preocupado todavía, mas ella sostuvo su argumento sin vacilar como todas aquella mañanas en que le saludaba. Que Dazai se preocupara por ella era muy amable, pero cierto era que la dama se sentía nerviosa por mentirle, así que lo mejor era evitar el tema todo lo que fuese posible.

          —Oh, por cierto, el señor quiere verte. Dijo que era algo muy importante. —El tono del castaño no fue el más feliz, pero aun así, transmitió el mensaje.

The Editorial | Nikolai Gogol 🎪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora