Capítulo 36

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No sé cuántas gotas había contado ya caer contra la ventana, pero digamos que en esta habitación no había mucho más que hacer.

El muy cerdo me había puesto guardias en la puerta y la habitación se encontraba en la última planta. Todo básicamente estaba rodeado de máxima seguridad por si a mí se me pensaba por la cabeza poner un solo dedo del pie fuera de esta habitación.

Desde que me capturo engañada en las fronteras de Alaska no había vuelto a ver a Alex, y en parte lo agradecía, no sé cómo es posible que había vuelto a caer en su trampa, cómo es posible lo ilusa que fui y como me tragué todas sus palabras, ¿qué pensabas Rosa, que te iba a querer y a cambiar?

Lo único que fui es "TONTA", tonta por confiar en alguien como él, tonta por pensar que igual si quería empezar conmigo desde cero y tonta por pensar en un futuro con él. Y el muy cerdo ni siquiera se había dignado a venir y que le soltara todas las cosas que pensaba de él, no sé cuántos días llevaba sin verlo, ¿tres?, ¿cinco?, ni siquiera sabía las horas que podría llevar ya encerrada en esta habitación.

Volví mi vista a la ventana y seguí contando las gotas que caían en la ventana intentando ignorar la vida que iba a tener a partir de ahora, solo quería cerrar los ojos y que todo esto hubiera sido una pesadilla, una muy mala pesadilla.

Ni siquiera había venido a ver la marca en mi cuello, los días después de la marca cuanto más juntos debemos estar y él ni siquiera había sido nombrado por sus guardias.

- Que tontas has sido Rosa.

Y diciendo esa frase que me repetía una y otra vez en voz alta me levante hacia la cama para hacer otra de las cosas que hacía para ignorar todo aquello, dormir.

Y justo cuando toque la cama me desplomé y llore como nunca había llorado, no aguantaba mi vida, no aguantaba estar encerrada, ni ser mate de ese monstruo. Llore por lo que la Diosa Luna me había deparado para mi futuro y que hice yo mal en otra vida para que me castigara de esa forma.

- ¿Por qué lloras?, ¿Te duele algo?

Casi me da algo cuando escucho una voz que no es la mía en esa habitación y más si esa voz provenía de una niña.

Y justo al mirar hacia la puerta la reconocí de inmediato, era Clara con sus dos muñecas, aquella niña que vi al principio de mi tormento en aquel hospital.

- Clara, eres tú – y con una sonrisa me levante de la cama mientras me limpiaba las lágrimas.

No sé cuándo fue la última vez que vi a alguien que conocía por muy poco que la viera en el pasado.

- La misma, pero ¿Por qué lloras?

- Nada me había acordado de algo que ya no tiene importancia.

- Lloras porque mi hermano te ha hecho algo, ¿verdad?

Un momento ha dicho ¿hermano?, Alex tiene una hermana, pero como era posible si en las leyendas se decía que mato a toda su manada.

- ¿Hermano?

Era lo único que salía por mi boca desde que Clara había dicho esa frase una y otra vez, como si fuera un disco rayado.

- Oh no se me ha escapado no podía decirte eso ahora que lo recuerdo, Alex se va a enfadar conmigo- y sin más empezó a llorar provocando que saliera de mi trance.

- Ey Clara no llores, Alex no tiene porque saber nada, además ni siquiera está aquí para saber que has estado y me has dicho eso.

Me agache a limpiarle las lágrimas que soltaba por esos ojos marrones.

el lobo negro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora