Capítulo 26

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Rosa
Un mes desde que ocurrió todo , un mes desde que soy libre , donde ya no sufro malos tratos de él, mi mate. Quien lo diría, aquella persona que estaba destinada a amarme, cuidarme y protegerme, era de la persona que más tenía que protegerme yo.

A veces me pregunto que estará  haciendo, como esta,si sigue siendo el mismo idiota del primer día, si ya encontro a otra mate, si ya decidió amar a alguien que no fuera él o Megan.

Por ahora yo y mi loba vamos tirando para adelante después de separarnos de él, a veces duele pero solo pienso en todo lo que viví con él y se me pasa.

Desde que llegue a Alaska, decidí estar alejada lo más posible de las personas, por eso alquile una cabaña en mitad del bosque y creerme es lo mejor que pude hacer porque aqui puedo ser yo misma, relajarme y pensar sobretodo si en volver a mi manada o no.

Esa mañana , como hago siempre desde que llegue es levantarme con el primer rayo de luz que deja pasar mi ventana y mirar hacia el bosque blanco. Me hubiera encantado correr por aquí junto a mi hermano en forma de lobos, pero por ahora eso va hacer imposible todo por culpa de Alex, desde que dejó irme mi odio aumentó, a veces le deseo todo el mal del mundo pero luego pienso que eso sería ser alguien como él y ni por todo el oro del mundo sería como Alex.

Decido levantarme y dirigirme hacia la cocina mientras me coloco mi super bata la más calentita de toda Alaska y me voy recogiendo el pelo en un moño para preparar unas tortitas. Mientras abro la despensa, veo que ya no tengo casi comida y eso significa una cosa, ir al pueblo a comprar y no gracias, cada vez que voy esta la señora Trudis intentandome emparejar con su hijo Hugo o María la dependienta, invitandome a tomar algo con sus amigos.

Decido no pensar en los pocos conocidos que conozco en el pueblo y sigo preparandome mi desayuno mientras enciendo la radio y disfruto un poco de la música.

Después me visto y me dirijo hacia el coche y pongo rumbo hacia el pueblo, para ser exactos hacia el supermercado.

Una vez que llego, me dirijo hacia el establecimiento y como cada vez que voy la señora Trudis me recibe con una enorme sonrisa.

- Rosa cielo cuanto tiempo, ¿ cómo estas?- dijo desde el mostrador.

- Bien señora Trudis, ¿ y usted?- dije mientras me dirigía hacia las cestas de la compra.

- También bien cielo, aunque podría estar mejor si decides salir con mi hijo Hugo, vamos una oportunidad, si es buen chico- dijo sonriendo me y giñandome el ojo.

- Ya sabe señora Trudis su oferta es buena pero por ahora no estoy interesada en ningún hombre- dije riendo mientras veía la lista de la compra.

- Bueno pues cuando estés lista, mi Hugo el primero en tu lista- dijo riendo.

- De acuerdo- dije riendo.

Me acuerdo como si fuera el primer día que me vio entrar y me dijo : - pero que muchacha más guapa , tu para mi Hugo que así los niños salen monísimos como su abuela. La cara del pobre Hugo se puso igual que los tomates que estaban en oferta a su lado.

Me dirijo para la sección de verduras y allí me encuentro a María.

- Hombre Rosa, como tu por aquí, ya estas dispuesta a venir conmigo de marcha- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

- Gracias por tu oferta de nuevo pero sabes mi respuesta, nada de chicos y fiestas- dije sonriendo.

- Vale pero para la próxima que vengas te voy a proponer tal plan que seguro que no me lo vas a negar y antes de que me vayas a rechistar sobre algo de fiestas, puedes estar tranquila no es nada de eso- dijo mientras me señalaba.

- Me pregunto que será, pero viniendo de ti me espero cualquier cosa- dije riendo- pero esta bien, si la siguiente tu plan me llama acepto encantada.

- Aceptaras créeme, nadie se resiste a mis planes de tarde- dijo mientras se daba la vuelta para ir a por más cajas de comida.

- No lo dudo- dije riendo.

Una vez que termine de coger todas las cosas me dirijo hacia el mostrador donde se encuentra Trudis y su hijo Hugo.

- Segura que no quieres quedarte a cenar esta noche, hoy toca estofado y no es por echarme flores pero me sale para chuparse los dedos, a que si Hugo- dijo mientras le daba un codazo y reía.

- Ay!- dijo- De verdad Rosa, como dice mi madre su estofado es el mejor- dijo sonriéndome.

- Gracias Trudis por la invitación pero tengo que irme porque quería arreglar unas cosas de la cabaña- dije.

- No me gusta que vivas en medio del boque, te pueden hacer algo- dijo mientras pasaba los alimentos por el detector de códigos.

- Créeme ya más daño no me pueden hacer, además tengo una pistola por si acaso.- dije quitándole importancia a lo de vivir sola en el bosque.

- Cielo tienes que aprender a olvidar, no te puedes estancar en el pasado- dijo mientras le pasaba los productos a su hijo para que los metiera en las bolsas de plástico.

- Tienes razón pero por ahora es lo que quiero, estar sola- dije mientras le entregaba el dinero.

- Bueno pero si te ocurre cualquier cosa o tienes un problema no dudes en llamarme , a mi o a mi hijo que tienes nuestros números - dijo mientras me guiñaba un ojo.

- De acuerdo, hasta la próxima Trudis- dije mientras cogía algunas bolsas y otras me ayudaba Hugo a llevarlas al coche.

- Cuídate cielo- dijo mientras movía su mano de un lado hacia otro.

- Segura que no quieres quedarte, he oído que va a venir una tormenta de nieve y es mejor que la pases con alguien que sola- dijo.

- Créeme Hugo no quiero causar molestias - dije mientras abría el maletero  del coche.

- No las causas, además a mi madre le darías una alegría- dijo.

-Tienes razón, a lo mejor me pienso pasar lo tormenta con vosotros- dije mientras en subía al coche.

- Pues no te lo pienses mucho porque he oído que esta al caer- dijo.

- De acuerdo me lo pensare rápido, y te doy mi respuesta mañana a primera hora. 

- Eso quería oír- dijo mientras me guiñaba un ojo - Hasta la próxima Rosa- dijo mientras movía la mano.

- Adiós muñeco- dije riendo y poniendo rumbo hacia mi casa.

En realidad Hugo no es feo, es el chico que toda chica quería tener, se preocupa por ti, no se enfada, ayuda a su madre. Me pregunto porque estará solo, aunque esto puede ser porque el pueblo casi todos son familia. Ese último comentario me hizo reír.

Veo como los copos caen lentamente por la carretera, aunque haya niebla se aprecian como caen. Decido poner música en la radio y cantar mientras llego a casa.

Una vez que llego veo que cada vez hace más aire y como suponía Hugo tenía razón me tenia que haber quedado allí con ellos pero bueno, sola tampoco no se está mal.

Cojo rápidamente las bolsas y entro en casa como alma que lleva el diablo.

- Que frío por dios- digo en voz alta.

Me doy la vuelta y de repente tiro las bolsas al suelo.

- Hola Rosa, por fin nos volvemos a ver- dijo Alex sonriendo desde el sillón que tenía en el salón- Te he estado buscando y ahora tu y yo tenemos que arreglar unas cosillas- dijo.

Por favor si hay alguien ahí que controle los sueños, por lo que más quiera que me despierte de esta pesadilla.









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