capitulo 2

30.7K 2.1K 63
                                    

- Buenos días cariño, feliz cumpleaños - dijo mi madre cerca de mi oído provocando que sonriera con los ojos cerrados mientras me espabilaba poco a poco.

- Buenos días mami - dije mientras abría los ojos lentamente y me estirazaba.

- Hoy es tu primera transformación, no estás nerviosa - dijo mientras abría las cortinas y dejaba que entrara la luz natural.

- No, porque debería, es lo más normal en los de nuestra especie - dije tranquila mientras me incorporaba.

- Y tampoco estas nerviosa por encontrar a tu alma gemela - dijo sonriéndome.

- Ya te lo he dicho mamá, no me interesa todavía encontrar a mi mate, por lo menos no quiero encontrarlo con mis 20 años recién cumplidos, con 25 estará bien - dije mientras me levantaba de la cama.

- Veremos si puedes aguantar tanto tiempo sin tu alma gemela - dijo riendo y yéndose de mi cuarto.

Sabía perfectamente que para un lobo lo más importante era su alma gemela, el cual te cuidará, ayudará y te llenará de amor, pero por ahora no tenía la necesidad de encontrarlo, al menos no a mis 20. Además, estamos en pleno siglo XXI, una puede estar sola sin la necesidad de estar pegada a alguien.

Bajé ya una vez terminada y me encontré a mi familia desayunando.

- Buenos días - dije feliz.

- Buenos días cumpleañera, ¿y mi regalo? - dijo mi hermano mientras comía sus cereales y me apuntaba con la cuchara.

- En todo caso, donde está el mío - dije riendo.

- Si yo no tengo regalo, tu tampoco - dijo encogiéndose de hombros como un niño pequeño.

Empecé a reírme por su comportamiento.

- No lo escuches cariño, feliz cumpleaños - dijo mi padre.

- Gracias papá- mientras le daba un beso en la mejilla.

- Toma aquí tienes mi regalo - dijo mi padre.

Lo tomé y lo empecé abrir.

- y el mío donde está papi - dijo mi hermano con voz de niña dulce.

Mi padre lo ignoro y se empezó a reír.

Una vez que termine mire lo que me había regalado y era justamente lo que yo pedí.

- Muchas gracias por los zapatos papá- dije mientras me abalanzaba sobre él y le daba un gran abrazo.

- De nada cielo - dijo mientras depositaba un beso en mi cabeza.

Después de estar desayunando en la cocina un rato todos juntos en familia, mamá y papá se fueron una vez que terminaron y yo me quedé con mi hermano.

- Bueno y tienes miedo por la apuesta o prefieres rendirte y ser mi sirvienta por un mes - dijo mientras se metía su cuchara de cereales en la boca.

- No soy tan rajada como tú - dije.

- Ya sabes mañana te toca ir al bosque – dijo recordándomelo.

- Lo sé listillo - dije.

- Oh si prefieres ir hoy después de tu transformación - dijo riendo e imitando a una gallina con la cuchara en la boca.

- Yo no tengo miedo a ir como tú - dije harta.

- Pues ve hoy a las 1:00 am y sólo con que estés allí hasta las 5:00 am soy tu sirviente por un mes, a no ser que te coma el lobo negro de las leyendas - dijo como un niño pequeño y volviendo a imitar a una gallina.

- Sabes que aceptó, y ve preparando el desayuno cuando vuelva porque vas a perder.

- Eso lo veremos hermanita - y sin más se fue por la puerta de la cocina con su tazón de cereales.

No voy a decir que no tenía miedo, porque en realidad sí, no creía mucho en la leyenda, pero una parte de mi ser me decía que era verdad. En ese momento no decidí darle más vueltas y solo me centré en pasar el día de mi cumpleaños tranquila.

La tarde la pasé con mis familiares y amigos donde reímos y célebre los mejores 20 años cumplidos.

Después junto con mis padres y mi hermano me adentre en el bosque como mandaba la tradición y justamente cuando el reloj dio las 12 empezó la transformación. Sentía como todos mis huesos iban crujiendo y rompiéndose poco a poco. Dolía mucho pero sólo tuve que aguantarlo durante un minuto. Después de eso, mire mis cuatro patas y eran de un color gris platino, y me encantaba, nunca había visto un color tan brillante en los lobos.

- Rosa, cariño eres preciosa mira - mi madre me mostró un espejo y pude ver que tenía los ojos azules y mi pelaje era completamente gris.

En ese momento empecé a sentir como una voz en mi cabeza.

- Hola Rosa, soy Luzy y soy tu loba.

- Hola Luzy - dije en mi mente.

- No sabes las ganas que tenia de salir ahora corramos un poco.

Decidí hacer caso a Luzy y empecé a correr dejando atrás a mi familia.
Estuve corriendo durante media hora y después llegué a mi casa donde me encontré a mi hermano con una mochila.

- Toma, aquí tienes, te echado todo lo necesario - dijo riendo.

Me transforme detrás de un árbol donde mi madre dejo guardada ropa para mí una vez que llegara a la casa.

- Ya tienes ganas de que me vaya - dije mientras salía detrás del árbol.

- Claro, o la que no tienes ganas de ir eres tú, sabes eres una gallina - dijo imitando el sonido.

- Sabes que, dámelo- le arrebaté la mochila de las manos y me dirigí hacia la puerta.

- Recuerda Rosa, sólo hasta las 5:00 a.m.

- Lo sé, y, por cierto - dije mientras me daba la vuelta - quiero tortitas para desayunar.

- Veremos si no vuelves antes cagada - grito.

Se iba a enterar de que yo no era ninguna cagada, y se lo iba a demostrar, aunque me diera un infarto por el camino. Mientras iba caminando hacia el rio, no iba a mentir, iba muerta de miedo, pero las palabras de mi hermano se las iba a tragar una a una por muy cagada que estuviese.



el lobo negro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora