Capítulo 37

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Alex no volvió en lo que quedó de día y mucho menos en los días siguientes. Esperar a que volviera ya era costumbre y mucho menos nada nuevo, pero sin embargo, algo dentro de mí decía que hoy era el día en que lo iba a ver y poder aclarar todo, pero supongo que ese lado era más bien el de mi loba.

Tampoco volvió Clara y yo básicamente estaba volviéndome loca encerrada en estas 4 paredes. Lo único que había aceptado es que esa iba a ser mi nueva vida, encerrada y con el maldito de Alex teniéndome como una sumisa.

En el fondo quería mandarlo a la mierda y decirle que no era nada de eso, pero si ni siquiera podía verlo para escupirle todo lo que sentía en ese momento.

Lo único bueno que tenía de estar encerrada tanto tiempo en aquella habitación es que ya había averiguado a qué hora hacían el cambio los guardias y cuánto tiempo tenía hasta que vinieran los siguientes.

5 minutos maravillosos para idear un plan y salir de aquí en busca de ayuda o simplemente volver a escaparme y intentar esta vez que no me encuentre, pero había un problema, ¿Qué pasaría si el que me encuentra escapándome es nada y menos que Alex?

No se que se le podría pasar por la cabeza pero ahora que estaba marcada por él sabía muy bien que no iba a matarme y no porque no quisiera hacerlo, sé que en algún momento lo habría deseado, es por el simple hecho de que si me mata él se debilitaría y incluso podría llegar a morir, así que sabía muy bien que no se iba a drenigar a perder poder.

Y sin más como otro día cualquiera de los que llevaba ahí encerrada volvió a caer la noche con más pensamientos en la cabeza y ninguno respondido aún.

Me iba a volver loca y sentía que no iba a faltar mucho sobretodo porque de repente estaba viendo a Alex en mi habitación con una bandeja de comida.

-Ya tengo que estar fatal de la cabeza para que lo vea también– dije en voz alta.

-No creo, sabes que no me van mucho las locas.

No puede ser verdad el maldito de Alex estaba allí en mi habitación, no era nada de mi maldita subconsciente.

Y como si fuera su habitación, que teóricamente lo era, soltó la bandeja en aquella mesita que tenía y se sentó en el sillón de la esquina.

-Llevas días sin comer bien por lo que me han informado, aunque me agrada la idea de no tener que estar pendiente de ti más sabes que no quiero a una mate débil y mucho menos muerta ahora que te he marcado así que si me haces el favor come– ordenó.

-Véte a la mierda– le escupí sentada desde la cama.

Como si le hubiera dicho un chiste solamente se rio de mi comentario.

-Tú y yo tenemos que repetir mucho más de lo que pasó hace unas semanas en la cabaña para fortalecer el vínculo – sonrió desde el sillón– así que come para coger fuerzas.

En ese momento solo podía reírme como una loca por el chiste que se acababa de marcar Alex.

-Claro ahora mismo como, follamos y sigues utilizándome como una muñeca para hacer lo que te plazca.

Estaba indignada, llevo días sin saber nada y llega aquí exigiendo cosas como si no me hubiera vuelto a encerrar como si nada.

-La verdad que es una buena idea– sonrió– me sueles gustar más cuando eres sumisa.

Lo quería matar lenta y dolorosamente, pero mi loba quería ser marcada otra vez por el haciendo que de vez en cuando lo viera apetecible en aquel sillón.

el lobo negro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora