Una amarga verdad

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Caminaba por los estrechos y retorcidos callejones de Yokohama, los cuales se enroscaban como serpientes entre los edificios. La humedad invernal permeaba el aire mientras el caminaba con paso hastiado hacia su frío y solitario apartamento.  

Como de costumbre, la oscuridad y humedad de los callejones coincidía con su estado de ánimo melancólico y taciturno. Perdido en sus pensamientos, escuchó el agudo tono de su teléfono, el cual sacudió el silencio de la noche. Era un mensaje de Dazai.   

Sintió una extraña mezcla de emociones al ver el nombre de el castaño en la pantalla-resentimiento, esperanza, cuidado y anhelo. Su antiguo mentor le citaba para reunirse. Akutagawa asumió que, como siempre,  necesitaría su ayuda para alguna misión, probablemente otra que involucrase al chico tigre.    

Aunque la idea le desagradaba,  sintió una chispa de esperanza al pensar que tal vez esta vez el exmafioso finalmente podría reconocer su valía y dedicación. Con este pensamiento, llegó rápidamente a la dirección indicada en el mensaje, emergiendo de las tinieblas de una esquina.  

Allí vio a el alfa, quien estaba parado bajo una farola. Antes de que el mafioso pudiera decir algo, el castaño ya estaba hablando. Pero no mencionó ninguna misión.      

La voz de Dazai, habitualmente segura y arrogante, ahora era suave y sincera.

Dazai: Me gustas.Siempre me has gustado.       

El azabache sintió que el mundo se detenia a su alrededor. Las palabras que tanto había anhelado oír de su antiguo mentor, las que lo habrían validado y reconocido como su igual...ahora habían venido, pero de una manera muy diferente a como había imaginado.

Estaba dividido entre la esperanza y la desconfianza. Por un lado, la idea de ganarse finalmente la aprobación y atención de su alfa ideal, Dazai- a quien había admirado durante años- lo llenaba de orgullo y logro.

Pero algo no encajaba. Algo en el aroma de el castaño olía engañoso. Como tantas veces antes, el alfalo había convencido con sus elocuentes excusas y su voz seductora. Akutagawa se había dejado engañar una vez más. 

Pero con el tiempo,  comenzó a darse cuenta que nada había cambiado realmente. El alfa seguía buscando la compañía del chico tigre. Todavía lo veía verdaderamente. La aprobación y el reconocimiento que tanto había anhelado -la razón por la que se había dejado marcar por el mayor en primer lugar - aún no llegaban. Su unión había sido en vano.

No podía evitar notarlo, ese sutil pero inconfundible aroma a otro omega en el que ahora se llamaba su pareja. Ese olor engañoso que la parte racional de su mente le decía que no era de confiar.

Cuando finalmente lo confrontó , éste le restó importancia al asunto con facilidad, diciendo que era un omega que lo estaba acosando, que lo seguía a pesar de que no estaba interesado.

Quería creerle. Desechó los celos que amenazaban con surgir dentro de sí mismo y cayó fácilmente en las palabras engañosas y tranquilizadoras de Dazai. Como un tonto, creyó su mentira.

Pero el olor persistía, susurrándole la verdad que se negaba a enfrentar. Cada vez que regresaba de una de sus "misiones", traía consigo más de esa fragancia que no pertenecía a el mafioso.

Con cada explicación  Akutagawa se debilitaba más y más. Quería creer que era el único, que los vínculos que los unían aún tenían significado. Pero la parte racional de su mente continuaba diciéndole que  lo estaba engañando, que ese olor estaba allí por una razón.

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