Límites a punto de romperse

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Atsushi: Debo ayudar a buscarlo
Pero Sigma lo tomó del brazo, deteniéndolo. Su mirada reflejaba auténtica preocupación.

Sigma: Es peligroso, Atsushi. Prefiero que te quedes a salvo.

Sin embargo,  negó con la cabeza. No podía abandonar a Akutagawa a su suerte, rival o no.

Atsushi: Déjame ir, por favor.

Sigma: Por favor Atsushi, no vayas

Auplicó tomando sus manos con desesperación

Sigma Recuerda lo que pasó la última vez que te enfrentaste a Dazai.

Los ojos de Atsushi se ensombrecieron con el amargo recuerdo. La sonrisa burlona de Dazai.

Atsushi: Pero Akutagawa...

Sigma: Déjaselo a la agencia, ellos sabrán manejarlo. No quiero verte de nuevo en el hospital.

El albino se estremeció al ver la angustia reflejada en el rostro de su amigo. Nunca lo había visto así, tan preocupado.

Comprendió entonces lo importante que era para Sigma. Algo cálido nació en su pecho al darse cuenta de que alguien se preocupaba profundamente por su bienestar.

Atsushi: Está bien, me quedaré

Cedió finalmente, regalándole una pequeña sonrisa. Los hombros de Sigma se relajaron, aliviado.

Atsushi: Pero si hoy no lo encuentran, entonces ayudaré a buscar.

Tal como temía el bicolor, la bondad de Atsushi podría ponerlo en peligro. No dudaría en enfrentar a su antiguo mentor. Suspiró, sabiendo que no podría doblegar su compasiva voluntad

Sigma: Si eso pasa iré contigo. No dejaré que nada malo te pase.

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Tanizaki se encaminó hacia el lugar acordado para reunirse con cierta inquietud. Siempre se había mantenido escéptico respecto a los métodos de la Port Mafia y trabajar directamente con uno de sus miembros no era de su agrado.

Al llegar, divisó a lo lejos la  figura de Tachihara recostado contra una pared. Aunque debía colaborar con él por órdenes, no podía evitar cierta preocupación. Miró de reojo al mafioso con cierto recelo. Aún le costaba creer que tuvieran que trabajar juntos.

No dejaba de darle vueltas a toda la extraña situación mientras caminaba junto a Tachihara. La orden de Fukuzawa de colaborar con la mafia para encontrar a uno de sus propios miembros no terminaba de cuadrarle.

Algo más debía estar pasando detrás de esa misión, pero no había podido sonsacarle más detalles a su jefe. Y en el fondo, otra preocupación lo carcomía.

Atsushi seguía sin dar señales de vida, y Tanizaki temía que le hubiera ocurrido algo malo. Quería seguir buscándolo, no estar atrapado en esta absurda misión con el alfa.

El mafioso por su parte evitaba la mirada de Tanizaki. Ambos sabían la verdad que se negaban a reconocer: eran almas gemelas.

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