Carrera contra el tiempo.

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Poe, Sigma y Ranpo salieron apresuradamente del local, con los sentidos en alerta por si debían enfrentarse a algún enemigo que los siguiera. El detective cargaba a Atsushi con delicadeza pero prisa en sus brazos, observando preocupado su rostro pálido y las heridas que manchaban su traje.

Al llegar a la acera, Ranpo agitó su brazo frenéticamente, llamando la atención de los autos que pasaban. Un taxi se detuvo casi de inmediato, reconociendo las caras de los detectives. Con sumo cuidado, el pelinegro depositó a el menor en el asiento trasero, asegurándose de no lastimarlo más. Su respiración era débil y apenas perceptible.

Ranpo tomó asiento rápidamente junto a él, colocando los brazos de elsobre su regazo de forma protectora. Revisó su pulso mientras Poe se sentaba al otro lado de Atsushi. Sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y determinación. Mientras tanto, el bicolor daba la dirección al conductor, quien arrancó a toda velocidad.

En ese momento, Dazai dio un paso decidido para seguir a sus compañeros que se alejaban. Sin embargo, una sombra se proyectó repentinamente frente a él, cortándole el paso de forma abrupta.

El castaño enfocó su mirada y reconoció de inmediato a la alta figura que lo había interceptado. Sus ojos se entrecerraron con desconfianza ante la repentina aparición.

Dazai: Tú... Mori-san

Mori: Dazai-kun..Creo que necesitamos hablar. No puedes ir tras ellos ahora.

Sujetó a el castaño del brazo con fuerza contenida, impidiéndole avanzar.  Este forcejeó levemente por reflejo, pero pronto comprendió que no tenía caso oponer resistencia al repentino candado humano que ahora lo apresaba allí. A regañadientes, centró su atención en la conversación que se avecinaba y que Mori parecía decidido a mantener, cueste lo que cueste. Ranpo, desde el taxi ya en marcha, apenas alcanzó a distinguir la escena con preocupación creciente.

Mientras los clientes de la cafetería se habían sumido en un silencio sobrecogedor. Todavía trataban de procesar lo que acababa de suceder ante sus ojos, mas no lograban encontrar una explicación satisfactoria.

El taxi se alejaba a toda velocidad rumbo al hospital, llevando consigo la angustia creciente por la suerte de Atsushi. Dazai se vio obligado a contemplarlos partir.

En el asiento trasero, Ranpo se inclinó ansiosamente sobre el cuerpo  de el albino, revisando cada centímetro de su rostro pálido, buscando alguna reacción.

Colocó dos dedos sobre la muñeca de el menor y cerró los ojos, concentrándose únicamente en las débiles pulsaciones que se iban apagando bajo su tacto. Cada latido era más lento y débil que el anterior

Un nudo se anudó en la garganta de Ranpo. Si tan solo hubiera actuado antes quizá esto se podría haber evitado.

La culpa lo atravesó como un puñal helado, agudizando su necesidad de llegar cuanto antes. Rogaba internamente que el hospital no quedara aún lejos.

El taxi se detuvo con un chirrido frente a Emergencias. Ranpo, Sigma y Poe bajaron apresuradamente, cargando entre ambos la pequeña y delicada figura de Atsushi.

Ranpo ¡Necesitamos ayuda aquí!

Enseguida aparecieron enfermeros empujando una camilla. Con sumo cuidado depositaron a Atsushi sobre ella, donde se retorció débilmente entre escalofríos. Su piel lucía casi transparente bajo la fiebre.Una severa doctora de bata blanca se acercó.

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