Un nuevo comienzo

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Hannibal se encontraba sentado detrás de un imponente escritorio de caoba, inmerso en la revisión de algunos documentos pendientes. La Biblioteca Capponi, donde llevaba a cabo su labor, era un lugar de gran tranquilidad, decorado con una exquisita selección de antigüedades y obras de arte.

Era un espacio donde Hannibal se sentía en armonía consigo mismo, un lugar donde podía concentrarse en su trabajo y dejarse llevar por el deleite de la belleza que lo rodeaba.

La paz fue abruptamente interrumpida por un estruendoso golpe que resonó en su escritorio. El impacto provocó que varios papeles importantes salieran volando en todas direcciones, desordenando el orden meticuloso que Hannibal había establecido.

—Estoy muerto.

Hannibal miró con curiosidad a Will ante esa declaración. Dirigió su atención hacia la tablet que había sido arrojada con fuerza sobre el escritorio En la pantalla se podía leer el titular de una noticia impactante: "Agente Especial Will Graham, víctima mortal de Lecter". Hannibal ya había leído el artículo y estaba familiarizado con su contenido.

Había pasado una semana desde que Hannibal comenzó a trabajar en el Palazzo Capponi. Will cumplía diligentemente su palabra y se había convertido en la sombra de Hannibal, acompañándolo de ida y vuelta de su trabajo. Hannibal estaba encantado con la atención y compañía que Will le brindaba.

Pero Will no permanecía pegado a su lado todo el tiempo. Realizaba rondas periódicas por el edificio para asegurarse de que Hannibal seguía allí, mientras disfrutaba de su libertad para explorar el lugar y mostrarse descortés con cualquiera que se atreviera a molestarlo. Bajo la excusa de ser el aprendiz de Hannibal, además de su esposo, Will podía vagar libremente por el Palazzo.

En otra parte del edificio, se impartían clases de arte y literatura, y Hannibal le había ofrecido a Will un puesto como profesor. Sin embargo, Will no parecía tener intención de regresar a su antigua profesión, además de que no era un experto en historia del arte.

Para entretenerse, finalmente Hannibal le había dado a su amado una tablet, permitiéndole acceder a la navegación por Internet una vez que Will le aseguró que se quedaría con él de buena gana. Sabía que era un riesgo, pero necesitaba que Will se sintiera cómodo y feliz.

Con su nueva tablet, Will tenía acceso a las noticias y descubrió el revuelo causado por su desaparición,  había numerosas teorías circulando sobre su destino.

Hannibal había tomado precauciones para evitar que Will viera cualquier noticia relacionada con Abigail, y el FBI lo estaba ayudando en ese sentido. Debido al escándalo que se había desatado por el encarcelamiento erróneo de un hombre inocente, el FBI no podía permitirse admitir que la supuesta víctima seguía viva. El prestigio y la integridad del departamento de justicia estaban en juego si los medios se enteraban. Por lo tanto, se habían prohibido la mayoría de los sitios que hablaban sobre Abigail y se habían obligado a los medios de comunicación a eliminar toda mención relacionada con Abigail encontrada muerta en la casa de Lecter.

Temerosos de las represalias, los medios habían acatado las órdenes.

El único sitio que seguía hablando sobre Abigail era TattleCrime, que desafiaba las restricciones y continuaba mencionando a Abigail sin miedo a las consecuencias legales.

Hannibal se aseguró de bloquear TattleCrime en la tablet de Will, la página aparecía como inexistente cuando se intentaba acceder. Esperaba que eso impidiera que Will se encontrara con alguna noticia relacionada con Abigail. De lo contrario, Hannibal no sabía cómo reaccionaría su chico impredecible.

Hannibal se puso de pie y alisó su impecable saco antes de colocar una mano en la mejilla de Will. Sintió cómo se tensaba bajo su toque, pero no se apartó.  Hannibal Deslizó su pulgar suavemente por el pómulo y la mandíbula de Will, disfrutando del roce rasposo de su barba.