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A pesar de la mirada desolada que Hannibal le había dirigido a Venus cuando llegó, no pasó mucho tiempo antes de encariñarse con el cachorro. Venus, ese había sido el nombre que Hannibal había escogido para el cachorro, rindiendo homenaje a la icónica pintura "El nacimiento de Venus" de Botticelli. Desde entonces, Venus y Hannibal habían forjado un vínculo inseparable. 

Dondequiera que Hannibal se dirigiera, Venus lo seguía, moviendo su rabo con entusiasmo y apresurándose para estar a su lado. Will observaba con satisfacción cómo la relación entre Hannibal y Venus se desarrollaba, aunque Hannibal nunca admitiría que tenía cierta debilidad por el cachorro. 

Pronto se convirtió en una rutina que Hannibal sacara a pasear a los perros por la mañana. Mientras Buster y Winston jugaban y corrían, Venus se encaramaba a los brazos de Hannibal, quien la acariciaba con su característica expresión estoica, creando un contraste que resultaba cómico y a la vez conmovedor.

En uno de esos momentos rutinarios, Hannibal llevaba a cabo su caminata matutina con los perros.

La escena se había vuelto familiar para Will, quien se encontraba ocupado realizando las tareas de limpieza por la mañana. 

La situación era peculiar, ya que Will nunca antes se había ocupado de las labores de limpieza en la casa. Siempre había dejado que Hannibal se encargara de todo, incluyendo la limpieza y el aspirado de su habitación, e incluso el lavado de la ropa. Excepto su ropa interior, Will se encargaba de eso.

Mientras limpiaba, Will notó que la cama en la que tanto él como Hannibal habían dormido estaba deshecha. Hannibal había salido precipitadamente de la cama para dejar salir a los perros al patio pues la pequeña vejiga del cachorro casi arruina las costosas alfombras de Hannibal. 

Will decidió tender la cama, también era algo que no solía hacer, pero esa mañana estaba de buen humor. La cama era bastante amplia, por lo que le llevó un tiempo acomodar las sábanas de manera impecable. Mientras acomodaba las almohadas, un cuaderno cayó al suelo desde debajo de una de ellas. Era uno de los cuadernos de bocetos de Hannibal. 

Era extraño, ya que Will nunca había visto a Hannibal dibujando en la cama o antes de acostarse. Por lo general, Hannibal leía un libro o veía su tablet antes de dormir. El hombre parecía haber estado dibujando por las mañanas al despertar, lo cual era aún más inusual. 

La curiosidad por descubrir que había dibujado lo llevó a abrirlo. Pero al hacerlo, su corazón pareció detenerse en su pecho y su rostro perdió color. El dibujo mostraba a Will durmiendo, envuelto en las sábanas, con un detalle meticuloso en su rostro incluso al punto de capturar la forma en que la saliva escapaba de su boca. Al pasar la página, se encontró representado de nuevo, esta vez con la boca entreabierta y sus rizos cubriendo parte de su cara. 

Siguió pasando las páginas encontrandose a si mismo en cada una de las hojas. Una página mostraba otra vez a Will dormido, aunque esta vez sin sábanas que lo cubrieran. En sus calzoncillos, una erección matutina estaba claramente resaltada.

La frustración se apoderó de Will y lanzó el cuaderno contra la pared. Un calor repentino invadió su rostro, sonrojándolo como nunca antes en su vida. Se sintió avergonzado y humillado, pero eso palidecía en comparación a la furia ardiente que hervía en su interior. Recogió la libreta del suelo y bajó hacia las escaleras. Justo en ese momento, Hannibal estaba entrando en la casa, y Will aprovechó su ira para confrontarlo de inmediato.

Sin titubear, llegó hasta él y le restregó el cuaderno en la cara con indignación

—¿Qué demonios es esto, Hannibal?

—Un cuaderno de dibujo —respondió sereno.

—¿Te crees muy gracioso? Me refiero al contenido —Will abrió el cuaderno y se lo mostró —. ¡¿Por qué demonios estoy dibujado aquí?!

Un nuevo comienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora