Un nuevo comienzo

7

Will se despertó con el aroma del desayuno que se filtraba por la puerta de su habitación. Se incorporó en la cama acariciando a Winston y Buster, quienes estaban prácticamente encima de él. Ambos perros ladraron y movieron sus colas al ver a su dueño despierto

—Buenos días, chicos —saludo Will con voz ronca.

Aunque la compañía de sus amados perros era reconfortante mientras dormía, Will no había tenido un descanso completo.

A menudo, recordaba su antigua manada en Wolf Trap y cómo, cuando las pesadillas no lo atormentaban y hacía mucho frío, compartían calor y se acurrucaban juntos en su pequeña cama. La sensación de estar rodeado de sus suaves pelajes era un verdadero placer, superando cualquier manta.

A pesar de las bajas temperaturas nocturnas de su nuevo hogar, Winston y Buster optaban por dormir a sus anchas en la enorme cama, alejándose de Will para estirarse y descansar.

Will estaba acostumbrado al calor corporal y pasaba frío en las noches a pesar de tener muchas cobijas calientes a su disposición. Considero la idea de ir a un refugio a conseguir más perros para llenar su cama de compañeros peludos que lo abrigaran por la noche.

Will se estiró antes de levantarse de la cama y dirigirse al baño para comenzar su rutina matutina. Se cambió de ropa e intentó domar sus rizos antes de salir de la habitación. Bajó las escaleras hasta la puerta principal y la abrió para permitir que los perros salieran a hacer sus necesidades, dejándolos ir solos mientras él se dirigía a la cocina, atraído por el delicioso aroma del desayuno.

—Buenos días, Will —saludó Hannibal mientras revolvía algo en la sartén — ¿Dormiste bien?

Will asintió Aunque tenía la necesidad de calor corporal debido a la ausencia de su antigua manada, Will optó por no mencionarlo. 

Se sentó en un banco junto a la isla de la cocina para observar a Hannibal cocinar.

—¿Qué hay para desayunar? —pregunto ahogando un bostezo.

—Huevos Benedict —informó Hannibal mientras comenzaba a emplatar—. Tu traje fue entregado esta mañana por paquetería, deberias comprobar que todo este en orden para la noche de hoy.

Will asintió, algo preocupado por la posibilidad de que Hannibal pudiera escaparse para matar a alguien. Aunque había entrenado rápidamente a los perros para que le avisaran si Hannibal intentaba salir de la casa, una vez que salía el sol, abandonaban su tarea. Debía trabajar en eso.

Se levantó para servir la comida casera a los perros, notando que Hannibal ya había preparado su comida antes de que él tuviera oportunidad de hacerlo. Will volvió a su asiento después de servirles agua fresca para cuando regresaran de su paseo matutino. El tentador aroma de la comida llenaba la cocina y hacía que su estómago gruñera de anticipación.

Hannibal colocó un plato lleno de comida frente a Will, presentándolo de manera impecable. Tomando su propio plato, Hannibal se sentó junto a él en la isla de la cocina, permitiéndose saltarse sus escrupulosas reglas de comer adecuadamente en una mesa.

—¿Tienes trabajo hoy? —preguntó Will mientras probaba el primer bocado del desayuno. La salsa que bañaba los huevos era exquisita y se deshacía en su boca.

Los perros regresaron y corrieron ansiosos al notar comida en sus platos, comenzando a comer de inmediato. A pesar de su rapidez al comer, no ensuciaron el piso, eran perros muy limpios.

—Me tomé el día libre. La aventura será tuya y mía —dijo Hannibal—. ¿Estás emocionado por la ópera de esta noche?

—No lo sé. Nunca he asistido a una, así que supongo que estoy nervioso —respondió maravillandose ante el pan crujiente y sabroso. Tuvo que reprimir un gemido de satisfacción, no quería alimentar el ego de Hannibal.