Epílogo

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Cuatro años después



El niño estaba concentrado, su lengua asomándose tímidamente entre sus labios mientras aplastaba con una cuchara las papas hervidas.Cuando terminó de destrozar las papas, una sonrisa iluminó su rostro, sosteniendo el pequeño recipiente entre sus manos alzándolo triunfante.

—¡Lo hice, lo hice! —balbuceó el niño con entusiasmo.

Hannibal sonrió con ternura, deslizando una mano sobre los rizos de su hijo.

—Estoy orgulloso —dijo Hannibal, dejando que su satisfacción se reflejara en sus palabras mientras observaba con admiración a su pequeño chef en desarrollo.

Adam respondió con una sonrisa radiante, saltando en el taburete donde se encontraba parado, haciendo que sus rizos alborotados se movieran con cada brinco.

Adam Graham-Lecter: ese era el nombre completo del hijo que Will y Hannibal habían tenido tres años atrás. 

El niño era una réplica en miniatura de Will: desde el cabello rizado hasta los ojos azules, pasando por el ceño fruncido y la actitud huraña. Sin embargo, era más cariñoso y amoroso . Parecía que la madre no había deseado que el niño tuviera ninguna semejanza con ella, cediendo todos sus rasgos a Will.

Hannibal cargó al niño y lo ayudó a lavarse las manos. Luego, vació las papas aplastadas por Adam en el resto del puré de papa. Una vez todo en su sitio, colocó una tapa sobre la olla grande donde el estofado para la cena burbujeaba con aromas deliciosos, asegurándose de que la cocción continuara a fuego lento. 

Con Adam en brazos, se dirigió hacia la sala de estar. 

Dejo a su bebé en el sillón y le puso un sueter negro con la figura de Saturno impresa en el centro de la prenda. Hannibal estaba consciente del clima frío que predominaba en Japón por esa época del año, así que debía proteger a su hijo del frío. 

Después de que Cuba se convirtiera en un lugar inseguro para ellos, tomaron la decisión de mudarse a Japón hace un par de años. La vida en este nuevo país era considerablemente diferente, pero la sensación de seguridad que experimentaban valía la pena para ellos. Will había optado por volver a usar su nombre real en su identificación falsa, mientras que Hannibal se vio obligado a utilizar un alias. Afortunadamente, en algunos trámites (como ponerle su apellido a Adam), pudo emplear su verdadero nombre. Esta discrepante situación fue la razón principal por la cual tuvieron que abandonar Cuba.

Adam extendió su mano, agarrando el marco de fotos que reposaba cerca del sillón. Parecía estar obsesionado con esa fotografía en particular y siempre que tenia oportunidad la agarraba.

—¡Papi! —chilló el niño emocionado, señalando a Will en la fotografía.

Hannibal tomó la fotografía, observándola detenidamente como si cada detalle fuera un recuerdo precioso. Sus labios se curvaron en una sonrisa llena de amor y nostalgia. 

—Tu padre es muy guapo. Estaba radiante ese día

La imagen capturaba el día de su boda: ambos lucían trajes blancos. Hannibal caargaba a Will bajo un arco de flores mientras a su alrededor posaban los perros, Winston y Buster, con lazos negros en sus cuellos, y Venus con un lazo rosa adornando su cabeza.  

Hannibal jugueteó con su anillo de bodas, una sonrisa se dibujó inconscientemente en su rostro al rememorar ese momento tan especial.

La puerta principal se abrió con un chirrido suave, y los ojos de Adam se iluminaron al instante. El niño sonrió ampliamente y, entre risas y aplausos de emoción, corrió hacia la entrada para recibir al recién llegado.

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