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Hannibal estaba teniendo un buen día. Había adquirido una cámara instantánea a pedido de Will, quien quería poder tomar fotos de los perros para colgarlas en su habitación

Hannibal le había regalado la cámara, y después de que Will se gastara diez rollos en menos de dos horas tomando fotos de los perros, Hannibal tomó prestada la cámara para poder tomar una foto.

Fue un acto accidental, y Will ni siquiera se había dado cuenta. Mientras Will jugaba con Buster, Hannibal lo enfocó y sacó la fotografía. La imagen capturaba a Will arrodillado en el suelo, sosteniendo a Buster entre sus brazos mientras el pequeño perro lamía su cara. Will estaba riendo, y una gran sonrisa iluminaba su rostro, una sonrisa que pocas veces veía, tan genuina y hermosa, y casi siempre era dirigida a sus perros. 

Hannibal consideraba esa fotografía como su tesoro y la guardaba en su cartera, permitiéndole llevar a su amado a cualquier lugar al que fuera. 

Mientras estaba en el trabajo, abandonó sus deberes para admirar la fotografía, completamente cautivado por la radiante belleza de Will. 

A pesar de que había recibido varios instrumentos de tortura de la antigüedad para una exhibición, y tenía que preparar una conferencia al respecto, ver a Will parecía ser mucho más interesante en ese momento.

Pasos sobre el mármol frío alertaron a Hannibal. Por un instante, pensó que podía ser su amado, aunque Will rara vez hacía ruido al caminar. Parecía haber adoptado esa cualidad suya, caminando en silencio como un depredador.

Antes de poder verlo, Hannibal reconoció el aroma de Anthony Dimmond. Era una loción cítrica, y Hannibal pudo distinguir la presencia de bergamota, pomelo y toronja en ella. También percibió matices sutiles de madera, almizcle, musgo e incienso. Hannibal reconoció la marca del perfume, no era de su agrado, pero al menos no tenía un olor tan abrumador como el de un barco en una botella.

—Sr. Dimmond, un gusto verlo —murmuró Hannibal mientras guardaba la fotografía de Will. No tenía la intención de permitir que Anthony viera a Will ni siquiera en foto.

Anthony sonrió cuando llegó en frente de él.

—Un placer volver a verlo, Dr. Larser —dijo, mirando a su alrededor—. ¿Y su esposo? Es raro no verlos juntos.

—Will tiene su propia vida; no estoy pendiente de sus movimientos todo el tiempo —respondió Hannibal, aunque en verdad estaba consciente de cada paso que daba Will. El localizador de su tablet marcaba a Will en una tienda cercana y llevaba trece minutos allí. Hannibal temía que estuviera ingiriendo comida chatarra.

—¿En qué puedo ayudarlo, señor Dimmond? —preguntó Hannibal.

—La última vez que nos vimos, parecía que hubo cierta tensión entre nosotros. Esperaba poder hablar a solas contigo.

Hannibal asintió.

—¿de qué se trata?

—De un conocido en común: el Dr. Fell.

—¿Robert Fell? —respondió Hannibal—. Lamento decir que parece que hay una confusión. Nunca conocí al Dr. Fell; solo sé de él porque estoy ocupando su lugar de trabajo después de su lamentable huida.

—No creo que eso sea del todo cierto —admitió Anthony mientras vagaba por la sala, paseándose entre los instrumentos de tortura.

—¿A qué se refiere, Sr. Dimmond? —inquirió Hannibal, sintiéndose intrigado y alerta.

El hombre tarareo, colocando las manos en sus bolsillos mientras examinaba una vitrina 

—Hace unos meses, después de salir de una extravagante reunión social, decidí ir a hablar con el Dr. Fell para decirle un par de cosas que sobrio nunca habría pensado en decirle. Mi sorpresa fue mayor al verlo discutir con alguien y luego caer al suelo tras recibir un golpe de un hombre vestido de cuero y dueño de una motocicleta. El hombre se llevó al pobre Dr. Fell a su departamento. En mi estado, me era imposible hacer algo, así que me retiré y volví al día siguiente solo para descubrir que el Dr. Fell y su esposa habían desaparecido, una fuga romántica, dijeron algunos. Y luego vengo al Palazzo y me encuentro al mismo hombre con el que vi al Dr. Fell discutir, el mismo hombre que ahora ocupa su puesto de trabajo: usted.

Un nuevo comienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora