Un nuevo comienzo

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Jack fue encontrado por una pareja de ancianos que lo hallaron tirado en la calle, inconsciente y bañado en sangre.

Su ingreso al hospital dejaba en duda su estado de salud. Mientras algunos periódicos afirmaban que Crawford había muerto, otros sostenían que estaba en coma o en un estado crítico. Sea como fuera, Jack llegó al hospital lo suficientemente consciente para afirmar: “Hannibal Lecter está vivo y en Italia. Will Graham también está vivo y es prisionero de Lecter”.

Las noticias locales de Baltimore se apresuraron a cubrir la escalofriante historia de Hannibal en Europa. Sin embargo, más allá de estos reportajes, el interés de los demás era nulo.

A su llegada a Italia, aunque se encontraron algunas noticias alertando sobre ellos, rápidamente cayeron en el olvido y pudieron moverse libremente. A pesar de las afirmaciones del FBI sobre un posible asesino serial en Italia, el gobierno no emitió alarmas ni comunicados, mostrando un total desinterés en la aparición de un criminal en el país.

Esta situación les brindaba tiempo a ambos, a Will y Hannibal, para escapar del país. Italia se estaba convirtiendo en un lugar poco viable para ellos, ya que tarde o temprano sus rostros podrían aparecer en los noticieros

Hannibal parecía tener planes sólidos para su próximo destino y tenian prisa por huir, pero la salud de Will empeoraba notablemente, impidiéndoles viajar. 

—Will, tu cuerpo y cerebro estaban acostumbrados a recibir una cantidad increíble de estrés diariamente. Es posible que, al utilizar tu don, la encefalitis se haya extendido más rápido de lo normal debido a esos altos niveles de estrés y a tus bajas defensas. Ahora mismo, has llevado una vida relativamente sedentaria aquí, pero el estrés acumulado en los últimos días te está afectando. Debemos asegurarnos de que te relajes, no puedo discernir si padeces de encefalitis o no y no voy a arriesgarme —explicó Hannibal con preocupación.

—La última vez dijiste que la oliste en mí, ¿no puedes hacerlo ahora? —preguntó Will, rodando en el sillon.

—Me temo que aquella vez en Baltimore, la enfermedad ya estaba avanzada. Si resulta ser una recaída, tomará un tiempo antes de que la encefalitis comience a oler de nuevo y, para entonces, estarás más afectado.

—¿Qué sugieres, entonces? —preguntó Will, con una mezcla de ansiedad y frustración en su voz.

Cuatro días habían transcurrido desde el incidente con Jack. Will se hallaba en un estado de agotamiento constante, incapaz de conciliar el sueño a pesar del anhelo de descanso de su cuerpo. Los terrores nocturnos habían vuelto, los dolores de cabeza martilleaban su mente y su piel ardía sin mostrar signos de fiebre. Su cuerpo se había convertido un lastre, una carga pesada que debía soportar.

—Necesito que te relajes —explicó Hannibal—. Si tu cuerpo está manifestando el estrés en estos efectos físicos, cuando los niveles de estrés disminuyan, los síntomas también lo harán. Si se trata de una recaída de encefalitis, seguirás experimentando algunos síntomas. Participar en una actividad placentera podría ayudar a inhibir el cortisol, lo que reduciría la presión en tu cerebro.

Will apoyó su cabeza en el respaldo del sillón, sintiendo el suave roce del tapizado contra su mejilla mientras acariciaba a Buster con una mano, quien descansaba tranquilamente a su lado. 

—Es difícil relajarse cuando la policia te esta buscando y estás viviendo con el hombre que asesinó a su hija y, además, te secuestró.

Aunque la búsqueda estaba centrada en Hannibal y Will, él estaba siendo buscado como una víctima más de Lecter, mientras que a Hannibal, además de los múltiples cargos previos, se le había sumado el delito de secuestrar a Will. Aunque fue Will quien disparó, Jack Crawford estaba convencido de que Graham era una víctima indefensa en manos del lobo hambriento que era Hannibal. Esta percepción molestaba profundamente a Will.