—... Y eso fue lo que pasó. ¿Qué debería hacer para demostrarle a Will mi amor? Sigue enojado, casi no me habla —contó, con lágrimas a punto de brotar en sus ojos al recordar la brecha que se había creado entre él y Will, sin reconocer que era el responsable de tal distancia.
Hannibal escuchó un suspiro al otro lado de la línea. Conocía lo suficiente a Bedelia para saber que llevó una mano a su rostro, masajeando el puente de su nariz.—Hannibal. Han pasado alrededor de nueve meses desde que me contactaste para hablarme de Will Graham, y cuando recibo otra llamada, es para hablar de Graham otra vez —dijo Bedelia con una nota de cansancio en su voz.
Hannibal acomodó el teléfono en su oreja. Se había arriesgado al llamar a Bedelia en busca de algún consejo, pero parecía que no obtendría la ayuda que buscaba.
—Entonces, supongo que no tienes un consejo útil...
—¿Me estás preguntando cómo ganarte el afecto de alguien a quien tienes retenido?
Hannibal se apresuró a corregirla.
—No está secuestrado. Will está en su habitación hasta que hagamos las paces. Puede que tenga una cadena sujeta a su cama que le impide completa libertad de movimiento, pero es lo suficientemente larga para que vaya al baño sin problema. Son restricciones por su propia seguridad. Además, tiene suficiente entretenimiento, y sus perros lo visitan todos los días. Difícilmente se puede decir que está secuestrado.
—Esa explicación suena peor que si dijeras simplemente que está secuestrado —respondió Bedelia con un tono de reproche.
—Como psiquiatra respetada, me imagino que tendrás alguna sugerencia acerca de lo que puedo hacer para que Will me perdone —dijo Hannibal, ignorando por completo el comentario de la mujer.
Hannibal, mientras hablaba con Bedelia, percibió con claridad el sonido de esta acomodándose en su silla. En su mente, se la imaginó con una copa de vino en la mano, o quizás incluso con la botella completa. Durante sus sesiones de terapia presenciales, Bedelia solía recurrir al vino en exceso, sobre todo cuando la conversación giraba en torno a Will, lo que constituía prácticamente el 95% de sus sesiones. Resultaba triste observar a Bedelia lidiando con lo que parecía ser un problema de alcohol, algo verdaderamente lamentable.
—Hannibal, tengo cuatro maestrías y dos doctorados, ninguno de los cuales se especializa en problemas amorosos entre un captor y su víctima, o en cómo ejercer el síndrome de Estocolmo.
—Will no está secuestrado —repitió Hannibal—. Estás siendo bastante grosera, estimada Bedelia.
Bedelia guardó silencio por un momento antes de continuar.
—¿Qué respuesta buscas, Hannibal? Podrías liberarlo en primer lugar y quizá trabajar en tu comunicación en pareja. Es posible que recibas otro ataque violento por parte de Graham considerando las circunstancias, pero dudo mucho que te preocupen sus golpes.
Fue Hannibal quien guardó silencio esta vez, sumido en sus pensamientos. Hablar no parecía ser lo que Will quisiera; ya lo había intentado muchas veces.
—Supongo que ya lo has leído, pero han declarado oficialmente a tu querido Will como muerto. Ya no hay búsquedas de él, y tu propia búsqueda ha pasado a segundo plano; ya no eres la prioridad del FBI —dijo Bedelia, cambiando de tema.
Hannibal se sorprendió, solo había tomado casi un año y medio para que dejaran de buscar a Will, un tiempo mucho más corto de lo que había pensado.
—Jack fue quien lo declaró muerto —explicó—. Una página de internet con noticias amarillistas fotografió la pelea entre Alana y Jack; al parecer, la señorita Bloom no estaba de acuerdo con declarar a Will como muerto. También escuché que la esposa de Jack Crawford murió, y por eso declaró muerto a Will, no quería aferrarse a fantasmas del pasado.
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Un nuevo comienzo
FanficEn vez de apuñalar a Will, Hannibal decide llevárselo con él a Italia incluso si Will no está de acuerdo. Will está indeciso acerca de esa desición.