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Will alzó sus lentes de sol para observar mejor cómo el agua de la piscina se agitaba con cada movimiento de Hannibal, quien nadaba con destreza.

Era la primera vez que disfrutaban de la piscina en su nuevo hogar. Hannibal parecía encantado con el tamaño y la profundidad, había estado nadando desde que entró. En contraste, Will se contentaba con remojar sus pies en el borde de la piscina, dejando que Hannibal lo bañara con protector solar cada vez que tomaba un descanso de su natación.

Hannibal se detuvo justo frente a Will en la parte más cercana del borde de la piscina. Emergió del agua, apoyando la parte superior de su cuerpo en el borde, sosteniéndose con los antebrazos, y dirigió su mirada hacia Will.

—¿Necesitas más protector solar?

—Me has  cinco veces en la última media hora, creo que estoy bien —señaló Will, jugueteando con su pie, rozando el antebrazo de Hannibal.

Hannibal había cubierto todo el cuerpo de Will con bloqueador solar, masajeando cada parte de su cuerpo, una acción que lo excitó y confundió. Aplicaba el bloqueador y luego se alejaba para nadar, dejando a Will excitado y preguntándose qué juego estaba jugando.

—¿No vas a nadar? 

—No me gusta mucho nadar.

Con algo de persuasión por parte de Hannibal, Will cedió y se sumergió en el agua, disfrutando la frescura mientras jugueteaba, salpicando a Hannibal con pequeñas oleadas, quien tambien lo salpicó. 

No duró mucho tiempo en el agua, Will pronto salió, se secó y se recostó en una tumbona para continuar descansando. La brisa marina y el sonido de las olas proporcionaban un telón de fondo relajante para su descanso.

Hannibal también salió de la piscina, mencionando que iría en busca de sus utensilios de dibujo. Sin embargo, en lugar de volver de inmediato, Will lo vio en el balcón que ofrecía una vista panorámica de la playa, con un cuaderno de dibujo entre sus manos, quizás esbozando la playa o incluso al propio Will 

Mientras tanto, Will decidió prolongar su tiempo bajo el sol por un rato más antes de levantarse y dirigirse hacia el segundo piso con Hannibal  

Al entrar en el amplio balcón, Hannibal parecía inmerso en su dibujo, tan concentrado que ni siquiera volteó a ver a Will. Pero en cuanto Will se asomó para echar un vistazo al trabajo de Hannibal, éste le dedicó una sonrisa y continuó trabajando en su obra. 

El dibujo de Hannibal capturaba la playa y el vasto océano que se extendía frente a su casa, con Will descansando en la tumbona.  

La mirada de Will se desvió hacia la pequeña mesa circular que adornaba el balcón. En ella reposaban el bisturí de Hannibal y un estuche repleto de lápices de dibujo en perfecto orden. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue un cuaderno de tapa negra, similar a los que Hannibal había empacado en una caja grande al marcharse de Italia.

En una esquina del cuaderno, grabado con tinta blanca en una caligrafía impecable, destacaba el número cincuenta y siete seguido del nombre de Will. 

Will recordaba que la última vez que vio un cuaderno similar, en lugar de un cincuenta y siete, había un treinta y dos grabado en la esquina de la portada. 

Era evidente que aquel cuaderno era parte de una serie especial dedicada a retratarlo a él, lo que insinuaba la existencia de otros cincuenta y seis volúmenes llenos de dibujos suyos. Will estaba indeciso entre sentirse halagado por la dedicación artística de Hannibal y asustado ante la magnitud de la atención que le brindaba 

Will hojeó el cuaderno, encontrándose reflejado en cada página. En ellas, su imagen se mostraba de diversas maneras; a veces solo su rostro, otras veces su figura completa, realizando diferentes actividades: sonriendo, enojado, riendo, sentado, acostado o incluso jugando con los perros.

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