27... Ascenso

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España

Isla: ¡No lo dejes entrar!

Su criada la miro con duda - Pero solo desea hablar con usted, Princesa.

Isla: No quiero verlo. Yo soy la hija del Rey, el solo es un conde. Retirarse es su única opción - Se quedó en silencio varios segundos - Salgan todas. Déjenme sola.

Las mujeres presentes salieron con rapidez. La chica se levantó y abrió un cajón de su armario. Ahí estaba el kaftan de selim que técnicamente había robado.

Extrañaba a su príncipe. Lo extrañaba demasiado. Solo deseaba verlo una vez más.

Y tal vez eso pasaría pronto.

Isla: Permíteme disculparme por lo que hice. Perdóname por abandonarte tan miserablemente. Lo siento amor mío.

Dos meses después...

La muerte del Sultán Suleiman Khan I había Sido anunciada. El hombre se despidió de la vida en tierras conquistadas.

Se decía que el ya era débil y que no tendría fuerzas para nada. Pero el sultán se levantó y demostró su poder. Conquistó el territorio con fuerza y coraje demostrando que el León aun doblegaba y hacia temblar de miedo a los europeos que temían al león y al Islam.

El trono ahora pasaba a Su Majestad El Sultán Selim Khan ll. Y así como su abuelo y padre, se esperaba lo magnífico de este.

– LARGA VIDA AL SULTÁN SELIM. QUE ALÁ GUÍE SU ESPADA. LARGA VIDA AL SULTÁN SELIM. QUE ALÁ GUÍE SU ESPADA.

Eran las exclamaciones que se oía el día de la coronación y del ascenso del cordero.

El león del Islam que tuvo de juguete a la misma gloriosa Europa había muerto. Ahora venía el sucesor. El hombre con armadura de hierro que con el solo acto de presencia hacía temblar a todos los soldados que se arrodillaba al verlo. Pues el hombre era tan serio y en apariencias tan rígido que daba miedo hasta mirarlo.

Palacio de Topkapi

Selim sentado en el Diván que ahora le correspondía dió el permiso de entrar al guardia.

Guardia: Su Majestad. La valide pide su presencia.

Selim asintió y se levantó. Camino con lentitud a los aposentos de su madre y entro.

Selim: Madre querida - Saludo acercándose y besando su mano.

Selim: Madre querida - Saludo acercándose y besando su mano

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Hurrem: Estoy muy feliz por ti, mi león. Ahora eres el sultán del todo el mundo.

Selim: Y tú eres mi valide. Todo lo que tú quieras yo te lo daré. Nadie volverá a pasarle por encima. Tu palabras ahora será la ley.

Hurrem le sonrió. Sus ojos estaban apagados y rojos. Estaba mas delgada y su rostro ya no tenía una felicidad naciente. Solo había una sonrisa de cariño y unos ojos que detonaban orgullo... pero también tristeza.

𝐔𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 • 𝑺𝑬𝑳𝑰𝑴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora