Capítulo V | Mejores amigos

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Han trascurrido tres días. Tres días en los cuales he descubierto un par de cosas de Aren; tiene un grupo de amigos por fuera de la clase. Por lo que he visto, pertenecen al equipo de básquet y la mayoría de las veces en la hora del receso se quedan merodeando los alrededores de la escuela. No le agradan las bebidas acidas o que se excedan en azúcar y su pasatiempo favorito es hacerme correr de un lado a otro para llevarle su almuerzo.

Si le vemos el lado positivo, creo que, en gran parte, gracias a él he podido conocer casi toda la escuela.

Victoria dice que mi cabeza está compuesta por pensamientos "dóciles", pero yo creo que cada cosa mala, trae algunas buenas. Aunque haberle dado mi número a Aren no me ha traído ningún beneficio.

Antes de tomar asiento con Victoria y Camila, recibo un mensaje del chico en cuestión. Dejo la bandeja sobre la mesa, diciéndole a Victoria que cuide mi almuerzo, y me dirijo con un sándwich en mano hacia las indicaciones de Aren. Voy corriendo, porque de otro modo el pollo se enfriará y me hará devolverme por otro. A veces pienso que, además de estar aprovechándose de mi situación, también se beneficia de que me dan comida gratis.

Al salir de la cafetería, busco el pequeño callejón que está entre los salones de clase y el de gimnasia. Al encontrarlo, visualizo un grupo de hombres sentados sobre el suelo, con un par de cartas sobre las manos. Miro a uno en particular; el único que está sentado sobre una silla, y que parece liderar el juego por estar sentado frente a ellos. Corro, como lo hice en todo el trayecto, y mientras me acerco le busco el piercing en su labio inferior. Él gira su rostro hacia mí, y al verme extiende su brazo derecho.

—Sándwich de pollo sin cebolla —menciono.

—¿Está caliente?

—Sí.

Él me sonríe.

—Si, ¿Qué?

Yo suspiro, porque entre todo lo que tengo que hacer, esta es la parte que más me desagrada.

—Sí, ángel celestial... —pronuncio con dificultad, para después escuchar de su grupo comentarios acerca de que él es el rey.

No creo que sea el rey. Y si ese fuese el caso; seria el rey de la vergüenza.

Aren mueve su cabeza, buscando peinar su cabello. Después con un ademan, me indica que me puedo retirar. Yo me doy la vuelta, ignorando todo tipo de comentario que indique que él es superior, y corro de vuelta a la cafetería.

Nunca había conocido a una persona que fuese así. Y tres días me han bastado para darme cuenta que si tuviera tanta seguridad en mí, probablemente lo que más temería seria convertirme en alguien similar a él. Lo único que no puedo negar, es que llama la atención. Y no la llama sólo por su personalidad, sino también por su apariencia.

Tomo asiento al llegar, recuperando mi aliento. Las personas en frente de mí me observan como si sintieran pena, o una gran intención de acabar con mi vida.

—¿Cuándo piensas revelarte? —inquiere Camila.

Yo sólo sonrío, porque no creo que le pueda responder eso.

—Déjame componer tu pregunta, Camí... ¿Cuándo piensas decirnos por qué lo haces? —habla Victoria.

—No creo que lo hagas porque te gusta —opina Camila, provocando que Victoria haga una cruz con sus dedos.

Tengo pensado decírselos, más que todo porque creo que una relación a base de mentiras no es buena. Sin embargo, no creo que sea el momento. Es demasiado pronto para decirles los problemas que abordan toda mi vida.

Hasta que seamos diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora