—¿Pudieron hablar? —un chico con el cabello tinturado me ataja en el pasillo. Lo miro atenta y analizo su voz, es Cleik—. Jordan no me contesta los mensajes.
—¿Por qué lo hiciste? —inquiero.
Él deja de sostener mi brazo y me brinda más atención. en su rostro percibo cierto tono de preocupación.
—Pensé que te escucharía más a ti que a mí... —masculla—. ¿Pasó algo?
Sé que no lo hizo con mala intención, o eso me gusta creer. No sé hasta que punto sabe de la relación que tengo con Jordan, pero aquello fue mala idea.
—Yo no puedo ayudarlo. Lo siento —le digo en voz baja, continuando con mi camino. Él no me sigue, ni siquiera se molesta en hacer más preguntas.
Imagino que entendió el mensaje. Y es cierto, con lo sucedido el día de ayer sé que lo único que debo hacer es preocuparme por mi bienestar y paz mental. Mi relación con él acabó desde hace un par de días.
Y aunque haré mi mejor esfuerzo por hablar con él con normalidad, sé que ahora necesito distancia.
Al llegar al aula ubico a una chica con el cabello corto. Sonrío al verle el pasador sobre su cabello. Victoria lleva puesta la camiseta del equipo y antes de recriminarme el hecho del por qué no tengo la mía, calla y me saluda. Camila, quien estaba recostada sobre mi mesa se aparta de mi asiento y me saluda de igual forma.
Ayer les conté lo que hice, y les pedí que no volviéramos a tocar el tema. Es como si en las últimas semanas toda mi vida haya estado girando en torno a él. Empecé a cansarme de eso.
—¿Funciona? —me pregunta Victoria con entusiasmo, señalando el separador.
—Si —le respondo feliz, antes de notar el de Camila.
—Estaba pensando en si nos compramos bufandas iguales —propone, viéndonos a ambas—. Ya en unos días empieza el invierno.
—Eso es demasiado —niega Camila.
—¿Por qué eres tan aguafiestas? —se queja ella—. ¿Tú quieres? —me pregunta.
Yo asiento con mi cabeza. Me gusta hacer ese tipo de cosas.
—Serás la rechazada del grupo —bufa Victoria. Camila sonríe, y antes de que pueda responder, nuestra atención es llamada por la voz de Cleik. Miro hacia la puerta y lo noto entrar detrás de un chico. Cuando toma asiento sé de quien se trata.
—No quiero hablar —dice Jordan, con tono contundente.
—Cómo quieras —replica él—. Ese complejo de superhéroe acabará contigo.
Cleik rasca su cabello y se aparta de su lado. Aparto la mirada de ellos dos porque probablemente sé a qué se debe su discusión. Y no quiero interesarme por la respuesta que él le dijo a Jordan. Me propuse restarle importancia.
—Si los guantes no son rosados, me apunto —comenta Camila, al parecer queriendo distraerme. Me permito volver a centrarme en ellas.
—Tenemos que ir a verlos juntas. ¿Les parece después del partido? —propone, y ambas me miran a mí.
Al parecer están acostumbradas a que les rechace las invitaciones. Pero las cosas han cambiado. Ya no tengo que ocultarles quien soy.
—De acuerdo —sonrío.
(...)
—Recuerden que estamos en agosto, y que muy pronto dejarán la escuela... —habla Pedro, con cierto desaire—. Es hora de ir pensando que carrera quieren estudiar, o como seguirán con sus vidas —indica, golpeando un par de papeles contra su escritorio—. Dejamos de hacer esto hace un par de años, pero yo aún lo considero importante... así que no le mencionen nada a la directora —ríe, mientras señalas las hojas apiladas—. Ahora mientras salen les estaré entregando a cada uno de ustedes este papel, en el cual me contaran lo que desean hacer. No se apresuren, aún tienen demasiado tiempo para rellenarlo, y no es obligatorio que lo hagan. Los que decidan hacerlo, que espero que sea la mayoría, no quiere decir que lo que escriban aquí sea a lo que se vayan a dedicar toda su vida. Sabemos que hay muchos factores que no dependen de nosotros, y sólo quiero hablar con cada uno de ustedes y ayudarlos a tomar la mejor decisión —sonríe.
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Hasta que seamos diferentes
Ficção AdolescenteLa mayor parte de las personas son crueles, y eso es algo que Hera sabe muy bien. Al llevar toda una vida intentando ocultar su enfermedad, tiene claro que de lo único de lo que debe huir es de ellos. Jordan no es la excepción. Él también huye, pero...