Capítulo XXV | 1 cm

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En el transcurso de la semana han pasado un par de cosas importantes. Lo primero fue que vi a Cleik y a Jordan llegar juntos al salón, y no fui la única en notarlo, ya que en la hora del almuerzo Victoria y Camila no dejaron de hablar sobre eso. Fue algo extraño porque, aunque Jordan no mostrase alguna intención en querer hablar con él, aún asi no lo apartaba de su lado. creo que todo esto se debe a lo que sucedió el viernes por la tarde, y me alegra un poco saber que ahora no está tan sólo como creía.

Lo segundo es que Pedro me informó que mi anterior escuela decidió suspender a María y a Kevin por lo que me hicieron, y serán obligados a hacer horas de servicio social en el instituto. El profesor me llamó y me dijo que, si quería recibir disculpas por parte de ellos, a lo que yo me negué, ya que lo menos que quiero es volverlos a ver. Incluso me aterra que los hayan castigado de tal modo, porque siento que en cualquier momento vendrán y me harán algo peor.

Intento mantener esos pensamientos fuera de mi cabeza. Y si se llega a dar, sólo me limitaré a intentar defenderme.

Esperemos que mis nervios y corazón den para tal cosa.

GoodBye —escucho a la profesora hablar, para después alzar su mano. Cierro mis apuntes de inglés y me pongo de pie. Al ver por la ventana noto que quiere llover.

E incluso viendo eso, sigo pensando que la idea de que no me gusten los paraguas es totalmente valida.

—Que frio —se queja Victoria en frente de mí, esperando que me ponga la mochila. Ella frota sus manos. Cuando salimos una mujer nos espera a un lado del marco de la puerta; es Camila. Está pasando la lengua por sus labios.

Desde hace unos días descubrí que hace eso cuando tiene ansiedad. Y no es para menos, está entre las ocho mejores de la ciudad en esgrima.

Fighting —dice Victoria, moviendo sus hombros—. Tú puedes, Camila.

—Me pone nerviosa que me vengan a ver —expresa ella, viéndonos.

Por cuestiones personales, el fin de semana la contrincante de ella pidió adelantar el combate a mitad de la semana. Y sorprendentemente accedieron. Camila dice que tuvo que haber sido algo muy importante, y ella también debe serlo para que accedieran.

—Yo no hablo —digo, intentando calmarla. Ella me ve y se ríe.

—Mi madre está esperándonos afuera —indica—. Nos llevará en el au...

—¡Camila! —escucho la voz de Cleik a mis espaldas. Segundos más tarde está dándome la espalda, pero en frente de Camila. Giro mi rostro hacia la derecha y noto a un chico esperándolo en la pared. Por sus rasgos sé que es Jordan—. Para que te dé energía —Cleik le muestra una barra de chocolate.

—Que pesado eres.

—Iré a verte —menciona con entusiasmo.

—Por favor no...

Cleik hace que Camila abra su mano y después le deja la barra de chocolate entre sus dedos. Se despide y camina hacia la salida en compañía de Jordan, quien no mostró ningún interés en acercarse.

—Míralo —comenta Victoria—. Persiguió tanto a Jordan que al parecer volvieron a ser amigos... —masculla, antes de ver a Camila—. Si no prestas atención también conseguirá hacerte su novia.

—No existe la mínima probabilidad de que eso ocurra —asegura, guardando el chocolate en su mochila. Después nos ve y presumo que se avergüenza por nuestros rostros de desconfianza—. Dejen de imaginar cosas y vámonos —comenta, empezando a caminar.

—¿Quieres apostar? —me pregunta Victoria, tomándome del brazo.

—Las dos ganaríamos —replico, alcanzado el cuerpo de Camila.

Hasta que seamos diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora