Capítulo VI | Sentirse solos

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Mis audífonos se estropearon. Después de que Jordan y Aren mantuvieran una pelea que los dejó a ambos con varias partes de sus caras con moretones, vi mis audífonos sobre el suelo, con una oreja separada de la otra.

En lo personal, durante todo este tiempo que llevo en la escuela, no sospeché que ellos tuvieran esa enemistad. Pero ahora que lo pienso, aunque pertenezcan ambos al equipo de básquet, no los vi hablando, ni siquiera saludándose. Aunque creo que Jordan abandonó el equipo. O eso recuerdo de las palabras de Aren hace un par de horas.

—Siempre te puedes comprar otros —dice Victoria, acercando mi cuerpo al suyo. Del otro lado, Camila hace lo mismo—. No cuestan demasiado.

Acabamos de salir de la escuela, y las tres nos dirigimos a la parada del autobús. Hoy me enteré que ellas son vecinas, eso me ayudó a comprender un poco la confianza que hay entre las dos. Y el motivo por el cual caminan a mi lado, es porque su autobús pasa por la parada del mío.

Ojalá se hubieran dado cuenta desde el primer día.

—Si... Imagino —replico, viendo que incluso el cable se llegó a cortar. Va a ser difícil dejarlos en la basura, ya que es un regalo que me dio mi padre.

—Ahora que podemos hablar sin que nos escuchen, ustedes que estaban con ellos ¿qué pasó entre Aren y Jordan? —pregunta Camila—. Para que estos audífonos terminaran de ese modo... Supongo que no fue nada bueno.

—Todo lo empezó Aren —comunica Victoria—. Dijo algo acerca de la madre de Jordan.

—¿Otra vez?

—Otra vez... Es un insensible.

Mi cabeza gira de un lado a otro, y quisiera preguntar. Sin embargo, recuerdo lo que Victoria me dijo cuando le pregunté. Es algo personal.

—¿Qué hay de ti? Cleik se veía muy animado —expresa Victoria, haciendo que Camila la empuje por medio de mi cuerpo. Ella deja de sostener mi brazo y se queja.

—Ni me lo recuerdes. Es un pesado —declara, arrugando sus labios—. Deseo con todo mi corazón que le guste alguien más.

—¿Le gustas a Cleik? —pregunto, haciendo que ambas rían. Camila vuelve a sujetarse de mi brazo.

—Eso es evidente, Hera. Si sigues de ese modo serás una presa fácil en nuestra cita triple —enuncia Victoria, antes de dejar salir un suspiro—. Ya quiero que sea viernes...

—Es viernes.

—Viernes de la otra semana... Se ve tan lindo en fotos que no puedo esperar verlo en persona.

—Ahora todas las personas usamos filtros —comenta Camila.

—¡Deja de amargarme! —se queja ella.

—Te preparo para la vida.

—Tu vida da asco.

—Al igual que tu cita —dice, antes de reír. Victoria pasa su brazo por encima de mi cabeza y le da un golpe.

Es divertido estar al lado de ellas. He notado que la mayor parte del tiempo la paso riendo. Es bueno haber memorizado sus rasgos desde ya, o de lo contrario, podría perderlas cómo pasó con la chica del hospital...

Al llegar a la parada, tomo asiento en una de las esquinas de la banca ya que Camila está hablando con Victoria. Guardo lo que quedó de los audífonos en mi mochila, y después, con algo de sigilo, también la libreta. Mi vista está enfocada en la calle, esperando ver mi autobús, pero mis oídos están centrados en la conversación de ellas dos.

—No... ¡No, mamá!, me parece injusto que no puedas venir por mí. ¿Ahora tengo que tomar un taxi asqueroso? —escucho una voz que me remueve todo. Dirijo mi vista hacia dónde están Victoria y Camila, y a un par de metros, veo una chica baja de piel morena que habla por teléfono—. No, no... ¡No me vuelvas a hacer esto! Esos autos no me gustan, siempre huele a perfume barato...

Hasta que seamos diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora